—Tienes que tomar una decisión, Arturo. La compañía está en la quiebra — Elena estaba desesperada. Desde que supo de su enfermedad hacía unos meses atrás, su esposo se había echado a morir sin ni siquiera dar la batalla, se había dedicado a despilfarrar el dinero como si le estorbara — Es el legado de nuestros hijos, por favor.
—Estoy haciendo lo mejor que puedo, Elena. Sé... Sé que ha habido algunos gastos importantes que... No sé qué me ha pasado, pero lo voy a resolver.
—¿Cuándo, Arturo? Tienes que actuar ya, no puedes esperar más. Estoy tiene que resolverse antes de... — Elena se detuvo en ese momento, había llegado demasiado lejos. Ellos no hablaban de aquel tema, al menos no si lo podían evitar.
—¿Antes de que qué? ¿Eh? ¿Antes de que me muera? Dilo, Elena, anda dilo. El doctor dice que es solo cuestión de meses antes de que esta maldita enfermedad me venza, no me lo tienes que recordar.
—No... Yo no quise. Arturo — dijo ella suplicante acercándose a su esposo — Tenemos que intentar arreglar las cosas, Alfonso y Dulce van a quedar a cargo de la empresa, es un gran peso, en especial para Alfonso, sin contar con... La empresa necesita quedar bien, en este momento estamos en números rojos.
—Lo sé — gritó Arturo frustrado — Lo sé, maldita sea, yo veo los números todos los días, mujer. ¿Pero qué quieres que haga? De momento la competencia — dijo aquello con desprecio — está mejor que nosotros y se han llevado todos los grandes proyectos que pudieron ser nuestros.
—Sí, pero entonces — Elena intentó hablar con cuidado — deberíamos disminuir los gastos, ¿no crees? — esta vez prefirió hablar en plural, aunque sabía que ella no tenía nada que ver en eso. No, era todo obra de Arturo. Desde que se enteró que le quedaban unos meses de vida, comenzó a sumergirse en las apuestas, en los juegos de azar, en el alcohol y cada vez perdía más dinero, dinero que era de la empresa y que, por lo tanto, la estaba llevando a la ruina — Quizás... Quizás podríamos hablar con algún inversor, incluso, pedir ayuda a algún amigo — esto último lo dijo con mucho cuidado.
—¿Amigos? ¿Cuáles amigos, Elena? — preguntó impaciente como si aquello fuera una estupidez — No tenemos ninguno.
—Sí — dijo ella pareciendo más valiente de lo que en realidad se sentía — En... Enrique nos ayudaría, estoy segura de que si habláramos con él, si tan solo tú lo llamaras, él po... — no terminó la frase, su esposo la veía con ojos desorbitados de la furia. Arturo golpeó el escritorio con el puño cerrado, lo que hizo que Elena diera un salto asustada.
—¿Von Uckermann? ¿Es que acaso has perdido la razón? ¿Te has vuelto completamente loca? preguntó acercándose a ella. Elena retrocedió — ¿No será acaso que quieres retomar el contacto con él? Seguramente esperas ser su amante tan pronto me muera ¿no? — la mirada de Elena era de completa incredulidad y dolor.
—Arturo, no te permi...
—¿Qué? ¿No te gusta que te recuerde el pasado? Pudiste haber sido su esposa, Elena, en este momento podrías gozar de la buena posición económica a su lado.
—Ese ni siquiera es el punto. El pasado, es el pasado. Estamos hablando del bienestar de la empresa, una empresa que le vas a dejar a tus hijos ¿y cómo se la vas a dejar?
—Ah claro, y tu supones que Enrique venga y nos salve ¿no? Que tenga más motivos para burlarse en mi cara de mis desgracias, que sea el héroe de la historia. No lo pienso permitir, antes muerto que pedirle ayuda.
—Sabes perfectamente que Enrique no es así. Él te ayudaría sin pensarlo, si supiera... Si supiera de toda esta situación, estoy segura de que habría venido personalmente, es un buen amigo. Siempre lo fue — recordó con tristeza — No entiendo porque tú te empeñas en creer lo contrario — Arturo se había quedado en silencio un rato, hasta que por fin decidió hablar.
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La Venganza (AyA)
Fiksi PenggemarAnahí es una chica soñadora, alegre, risueña, divertida y con una sonrisa hermosa. Tiene un pasado doloroso que no le gusta recordar. Alfonso es solo la sombra del joven gracioso y feliz que fue un día, después de la muerte de su padre, todo cambió...