15.- Fool The Gravity

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"Fear of losing and mistaken again
Will take everything you have and leave you in pain"

Dicen que las puertas del cielo están abiertas para aquellos que son dignos de cruzarlas. Hua Cheng, que una vez las cruzó tanto de ida como de vuelta, pudo comprobarlo cuando subió nuevamente para enfrentar a la corte celestial.

Los oficiales tanto del Tribunal Superior como del Cielo Medio observaron anonadados a aquella figura de rojo avanzar por la capital celestial con arrogancia, hasta encontrarse con los dioses en persona. Con una sonrisa burlona hizo una leve reverencia y dijo:

— Este fantasma saluda a la corte celestial.

Escuchó los murmullos de los dioses y levantó la cabeza encontrándose con muchas caras conocidas. Como era de esperarse, vio a Jun Wu en el centro, el emperador del cielo lo observaba con curiosidad mientras que todos los demás lo veían con una superioridad que le hizo enfurecer al reconocer las mismas miradas que avergonzaron a su persona especial. Vio al traidor de Mu Qing entre los dioses mirando lo sucedido con indiferencia y para su sorpresa vio también a Feng Xin.

Así que él también lo abandonó...

Los haría caer. Los haría caer a todos hasta que tuvieran que arrastrarse en el barro como los cerdos oportunistas que eran, y ofrecería la carnada perfecta para que cayeran en su trampa.

— Mi nombre es Hua Cheng. ¡Y he venido aquí para retarlos a todos a duelo!

El silencio se apoderó del lugar con tales palabras, la sorpresa inicial de los dioses se convirtió rápidamente en indignación. Este pequeño fantasma... ¿Qué se creía lanzando tal desafío? Iban a enseñarle una lección de que con el cielo no se juega.

— ¿Por qué deberíamos aceptar tu reto?— preguntó uno de los dioses marciales.

Hua Cheng cambió su expresión de burla a una de completa victoria.

Esperaba esa pregunta

— Si gano, ustedes renunciarán a sus posiciones y volverán al mundo mortal. Pero si yo pierdo, les ofreceré mis cenizas para que hagan con ellas lo que quieran.

La sala volvió a llenarse de susurros llenos de sorpresa, incrédulos por lo que habían oído. ¿De verdad estaba tan seguro de su victoria que ofrecía algo tan delicado? ¿Acaso está loco, o es estúpido? ¿Es suicida? ¿¡Qué está pensando!? ¡Es demasiado arrogante! Sin duda alguna, merece una lección al creerse lo suficientemente bueno para desafiar al cielo entero. Un mismo pensamiento recorrió a todos los dioses: vencerían a este fantasma, pisotearían su orgullo y obtendrían sus cenizas para deshacerse de un peligro tan vicioso como este.

— ¡Aceptamos tu reto!— exclamó otro de los dioses marciales apuntando su espada hacia el fantasma de rojo.

— No esperaba menos de basuras arrogantes como ustedes.

Las palabras de Hua Cheng encendieron los ánimos de los presentes, alcanzando el punto máximo de la indignación. Los dioses marciales tomaron sus armas, listos para la batalla, y aquello habría sido una victoria perfecta para el rey fantasma de no ser por un pequeño detalle. Uno al cual perseguiría en años posteriores.

— Qué tontería.

Hua Cheng dirigió su mirada a Mu Qing. El dios arqueó una ceja, mirando aquel ojo negro que se centraba en su persona como si lo hubiera visto antes, pero luego sacudió imperceptiblemente la cabeza y dio media vuelta.

— No tengo tiempo para esto— dijo con frialdad, abandonado el Tribunal Superior.

— Esto es una estupidez— dijo Feng Xin haciendo lo mismo que Mu Qing, despreciando el reto del fantasma.

La estrella de la soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora