23.- Rest Calm

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"Every little memory resting calm in me
Resting in a dream
Smiling back at me
The faces of the past keep calling me to come back home"

— ¿Dónde mierda estuviste?

He Xuan observó a Hua Cheng sin expresión mientras Yin Yu le entregaba un plato de fideos. Si bien el antiguo dios estaba sorprendido de que un Supremo Rey Fantasma se hubiera infiltrado en la corte celestial sin que nadie lo descubriera, cuando se le explicó la situación empatizó bastante con He Xuan, sintiéndose un poco halagado con las palabras dichas por el Supremo a su señor.

— Si no necesitan nada más, me retiro— dijo Yin Yu, haciendo una reverencia a ambos antes de irse.
— Realmente decidiste mantenerlo a tu lado— dijo He Xuan siguiendo a Yin Yu con la mirada—. Es alguien que vale la pena.
— No me has respondido— dijo Hua Cheng evadiendo la cuestión—. Te llamé para que vinieras aquí desde hace un día. Tu Ming Yi se está volviendo problemático y no estoy dispuesto a seguir soportandolo en mi mansión un día más.
— Hubo una conmoción en el cielo— dijo He Xuan devorando la comida sin mayor expresión.

La calma con la que He Xuan le habló colmó la paciencia de Hua Cheng, pero aún así contuvo su impulso de hundirle la cara en la sopa hasta que atravesara el suelo y dejara de moverse.

— ¿Y qué diablos me importan las conmociones en el cielo?— increpó a voz en cuello. 

Su preocupación en ese momento era Ming Yi. El dios de la tierra había intentado abrirse paso por Mansión Paraíso a pesar de que su poder espiritual estaba sellado, y no haber sido por la oportuna intervención de Yin Yu, lo más probable era que hubiera escapado. Y con su escape, el teatro de He Xuan se habría venido abajo en un santiamén.

— Esta te importa— dijo He Xuan sin perder la calma—. La conmoción se debió a la ascensión de un dios. El desastre causado fue tal que hubo un gran desastre en el cielo, con palacios fuera de lugar y una campana destruida.
— Debió ser un dios muy poderoso— intervino Yin Yu, que había aparecido solo para entregar otro plato de comida a He Xuan dado que ningún otro fantasma quería acercarse a él. Tenían miedo de ser devorados—. ¿Quién sería?
— Se trata de Su Alteza Real, el Príncipe Heredero de Xian Le.

El enojo de Hua Cheng se desvaneció por arte de magia.

— ¿Qué has dicho?— soltó, consternado.
— La persona que tanto has buscado ha llegado al cielo— respondió He Xuan con un minúsculo deje de burla, y procedió a comer tranquilamente.

Hua Cheng se mantuvo en silencio, procesando lo que acababa de oír. Luego de siglos recorriendo los terrenos mortales, su persona especial había regresado al mismo cielo que lo había echado. No le sorprendía: si había alguien digno de ser un dios, era él. Era la clase de dios que la gente necesitaba, dispuesto a ayudar a todo costo.

— Ah, casi lo olvido— dijo He Xuan poniéndose de pie para irse—. ¿Recuerdas el incidente del novio fantasma del monte JuYun?
— Sí.
— Su Alteza fue enviado en una misión para investigar al respecto.

°°°°°

El monte JuYun había sido un lindo pasaje que mirar, una parada de ensueño para cualquiera, pero con 17 novias desaparecidas se había convertido en un lugar ominoso que la gente había tratado de evitar lo más posible. Al recorrer el lugar, Hua Cheng había encontrado un templo abandonado erigido para el general Ming Guang, el general que rompió su espada.

Tal vez fuera un idiota mujeriego, pero su noción del honor era algo que debía respetarse. Así que… ¿por qué este templo suyo estaba abandonado y aislado?

Había enviado una mariposa al pueblo, y en una casa de té lo había visto: tan espléndido como siempre, con sencillas túnicas blancas que no hacían más que resaltar su magnífica presencia. Había otras dos molestias con él, pero eso no importaba.

Su Alteza no ha cambiado nada. Sigue siendo la misma persona que conocí una vez

Hua Cheng estaba seguro de que, si estuviera vivo, su corazón estaría latiendo furiosamente por la expectativa de este encuentro. Así llegó la noche, su último recorrido le había llevado a un bosque donde encontró cientos de cuerpos colgados boca abajo, lo que le hizo crear una mueca de disgusto. 

Esto tenía que ver con Qi Rong, que comía carne humana en un intento de imitar a He Xuan, usaba una máscara en un intento de imitar a Bai WuXiang y colgaba personas muertas en un intento de imitarlo a él.

Tan patético.

No podía dejar que Su Alteza pasara por algo tan vulgar como eso.

Un ruido cercano se escuchó y el fantasma se dirigió hacia allá, viendo a un grupo de soldados luchando alrededor de un palanquín nupcial. Al poco tiempo una cinta de seda blanca salió disparada desde el interior del palanquín deshaciéndose de la mayoría de los espíritus que los rodeaban. La lucha continuó y aquel palanquín se quedó solo. Era su momento de acercarse.

Hua Cheng respiró hondo y se dirigió al palanquín manteniendo la calma. Había deducido que Su Alteza se encontraría allí dentro, y el solo imaginarlo vestido de novia le hizo ponerse nervioso nuevamente. Tragando sus nervios, extendió una mano abriendo la cortina, ofreciendo la otra para ser sujetada y esperó. Después de un momento, la persona en el interior tomó su mano con seguridad.

Hua Cheng no podía creerlo. ¡Su Alteza realmente había aceptado su mano! Era su deber guiarlo con bien por ese bosque infernal de mal gusto. La emoción en su interior era demasiada, difícil de contener mientras caminaban juntos. La alegría del rey fantasma era incontenible mientras sujetaba de la mano a su amado, a la persona por la que había vivido y por la que había muerto, el dios en el que nunca dejó de creer a pesar de haberlo visto en su peor momento. La persona que lo había salvado del abismo de locura y tristeza que había sido su corta existencia.

Finalmente, 800 años de búsqueda habían llegado a su fin.

La estrella de la soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora