18.- Redemption

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"Take me there, oh take me there
To the moor, to the end
Will I be innocent again?"

El monte TongLu se había abierto de nuevo. En el momento en que ocurrió, un dolor punzante e insoportable recorrió a Hua Cheng de arriba abajo, comenzando por el hueco que había sido su ojo derecho, provocando incluso que su poder se volviera inestable.

Habían pasado muchos años y aún así no se había acostumbrado al dolor que le oprimía cuando ese evento sucedía. Sin embargo, esta vez hubo una diferencia: luego de doce años desde la reapertura un nuevo Supremo Rey Fantasma había emergido del horno. Por un momento la curiosidad se apoderó de él preguntándose quién sería ese nuevo rey fantasma y pensando si sería una buena idea conocerlo. Una cortesía entre Supremos, por así decir. Luego se encogió de hombros con desenfado y decidió que el nuevo no era su problema, él no era su niñera ni una guía turística sobre qué hacer cuando sales del monte TongLu. Mientras no se metiera con él ni causará estragos en su territorio lo que hiciera o no le traía sin cuidado.

Sin embargo, al final tuvo que ir a buscar a ese fantasma.

Para estas alturas todo el mundo sabía que Ciudad Fantasma era su lugar y que todo ser vivo que se atreviera a causar problemas allí se las iba a ver personalmente con él. Pues bien, un día salió dejando algunas mariposas vigilando el lugar y cuando menos lo esperó recibió una alerta que indicaba problemas; al llegar a la ciudad encontró un gran desastre.

— ¿Qué carajos pasó?— increpó sujetando a uno de los fantasmas que corría por allí.

— Era... era...— el fantasma se atragantó antes de decir—. ¡Era el nuevo tipo! ¡Llegó devorando todo lo que se le cruzaba por enfrente y después desapareció como si nada!

Hua Cheng frunció el ceño dejando ir al fantasma y se dirigió a su residencia: una imponente y llamativa construcción a la que había llamado Mansión Paraíso. Por alguna razón le había parecido divertido llamarla de ese modo, no se preguntó demasiado al respecto cuando estampó el nombre en la entrada. Una vez que estuvo recluido en su habitación, se llevó una mano al parche apoyando suavemente dos dedos en éste y cerró su ojo, conectándose con las mariposas que había enviado a buscar al fantasma. No le importaba que también fuera un Supremo, lo iba a hacer puré por causar problemas en su territorio.

En cuanto lo encontrara, claro. El maldito bastardo resultó ser bueno para esconderse, quien lo diría.

Finalmente, después de una ardua búsqueda, Hua Cheng había logrado encontrar al responsable del desastre en su ciudad y sin perder tiempo se dirigió hacia donde lo había visto. Había diseñado un ingenioso sistema de transportación usando un par de dados que lo llevarían a cualquier sitio que él deseara visitar en poco tiempo, un sistema que había implementado en toda Mansión Paraíso, además de otras cuantas medidas en caso de que alguien fuera lo suficientemente estúpido como para meterse a su residencia a causar problemas. Activando la matriz al lanzar los dados, Hua Cheng pronto se encontró en el interior de un templo, lo cual lo extrañó sobremanera. Con solo echar un vistazo supo donde estaba: era un templo dedicado al dios del agua, y el darse cuenta de esto le hizo fruncir el ceño. ¿Qué estaba haciendo aquí?

Su mirada entonces se dirigió al altar y su confusión se disipó.

Una figura de negro se encontraba de pie frente al altar, con la vista fija en la estatua del dios adorado allí como si esperara ver a la persona que representaba materializarse de la nada al ver su insistencia. La curiosidad se prendó de Hua Cheng con tal imagen, y se acercó hasta situarse al lado de aquel fantasma. Una leve expresión de disgusto se dibujó en las facciones del Supremo de rojo al ver más de cerca aquella estatua.

— Este tipo realmente ha dado de qué hablar— dijo.

Incluso él estaba impresionado por la notoriedad que el Señor del Agua había ganado luego de su ascensión. Aunque era de esperarse siendo la deidad encargada de un elemento tan importante como el agua.

— Este hombre estuvo presente el día en que morí— dijo el fantasma a su lado de forma sombría.

Bueno, eso sí es impresionante

— ¿Por qué Shi WuDu iría a verte morir?— preguntó Hua Cheng con un deje de sorpresa.

— Es lo que pienso averiguar.

Hubo un breve silencio después de estas palabras. Hua Cheng estaba atónito... y debía admitir que estaba impresionado. Infiltrarse en la corte celestial era sin duda algo increíble, digno de admirarse tomando en cuenta lo difícil que sería permanecer allí sin ser descubierto. Independientemente de los problemas que este sujeto había ido a causar, sintió que era alguien digno de conocer.

— ¿Tú eres el fantasma que emergió del monte TongLu?

— Así es. Mi nombre es He Xuan— finalmente, el fantasma volteó a mirar a su acompañante y añadió—. Tú debes ser Hua Cheng.

Una sonrisa burlona fue la única respuesta que obtuvo. Con un movimiento de cabeza, Hua Cheng señaló la estatua frente a ellos y dijo:

— No creerás que él tuvo algo que ver con tu muerte, ¿o sí?

— No lo sé, pero si tuvo algo que ver eso querrá decir que también estuvo involucrado en la muerte de mi familia.

He Xuan bajó la cabeza, apretando los puños, y dio media vuelta para salir del templo. Hua Cheng había sido tomado con la guardia baja, la mención de la familia le removió memorias que creyó había dejado muy atrás, y finalmente salió del templo para alcanzar a He Xuan, preguntando de repente:

— ¿Qué quieres decir?

— Fallé en mis exámenes imperiales, y cuando volví a mi ciudad natal recibí la noticia de la muerte de mi hermana y mi prometida— dijo He Xuan. Su mirada estaba perdida, como si reviviera de nuevo todo lo que había presenciado—. Fui injustamente encarcelado cuando intenté exigir justicia y mis padres murieron durante el tiempo que pasé en prisión. Fui asaltado por otros comerciantes cuando intenté ganarme la vida y finalmente decidí asesinarlos a todos.

La expresión de Hua Cheng era complicada conforme escuchaba la historia de He Xuan. Si él no hubiera experimentado un alto nivel de desgracia en carne propia, le sería difícil creer que pudiera existir alguien tan infeliz en esta tierra. Sintió un poco de simpatía por el rey fantasma, una extraña empatía producto tal vez de que ambos habían sufrido injustamente.

— Tenías un destino ominoso— dijo.

— Nada de eso— replicó He Xuan—. Fui tocado por un ser de mal augurio, conocido como el Reverendo de palabras vacías, un ser que se alimenta de la desesperanza de sus víctimas, y de las personas cercanas a éstas. 

De nuevo, se instaló el silencio entre los dos. Si bien Hua Cheng había empezado a sentir cierta simpatía por He Xuan, eso no le había distraído del objetivo que lo había llevado a este sitio en primer lugar.

— Bueno, tú y yo tenemos un pequeño problema pendiente— dijo el Supremo de rojo volteando hacia su acompañante—. Te metiste en mi territorio y causaste destrozos, así que vas a tener que pagar por ellos.

— No tengo con qué pagar— dijo He Xuan con una resignación que indicaba que estaba acostumbrado a vivir entre deudas. Algo que venía perfecto para Hua Cheng.

— Entonces estás en deuda conmigo. Puedes ayudarme con algo.

He Xuan volteó a verlo con curiosidad, esperando pacientemente su respuesta.

— Hay una persona que estoy buscando— dijo Hua Cheng—. Por cada pista que me des de su posible paradero, rebajaré tu deuda, y si la pista resulta ser buena la rebajaré aún más.

— ¿Tengo otra opción?— preguntó He Xuan con el mismo tono de resignación.

— Puedes luchar conmigo, pero aplastaré tu cara contra el suelo en pocos minutos. Es más beneficioso para ambos no llegar a eso.

El Supremo de negro soltó una carcajada seca, negando con la cabeza.

— Dime quién es esa persona.

Hua Cheng sonrió con un gesto de victoria.

La estrella de la soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora