10.- I Speak Astronomy

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"Come and join me in my rotation
We won't be held by no bars
Our reunion was tagged the celestial"

El campo de batalla donde aquella luz fantasma había sido capturada era el lugar idóneo para cultivarse y obtener un mayor poder. Así como había sido capaz de reunir fantasmas fatuos para su infructuoso intento por proteger a Su Alteza, el joven logró fortalecerse con la energía resentida proveniente del odio de los caídos en batalla. El resentimiento de los guerreros derrotados fue suficiente para aumentar su fuerza, y no pudo evitar pensar con amargura que su poder creciente había llegado demasiado tarde.

De haberlo tenido antes, habría evitado la terrible escena que ocurrió frente a sus ojos.

De haber sido así de poderoso jamás habría sufrido ninguna de las humillaciones que padeció en vida.

Pero ahora no tenía sentido pensar en eso. Lo importante ahora era ser tan fuerte que nadie pudiera vencerlo y después...

— ¿Odian?

El joven lo notó: notó las cientos de almas atrapadas en su propio resentimiento moverse. Las sintió levantarse y ulular en lastimeros lamentos, sollozando, gritando, clamando venganza por sus muertes tempranas y dolorosas. Y en medio de ese maremágnum notó una presencia más fuerte viendo aparecer una figura vestida con blancas ropas fúnebres, con una máscara mitad riendo mitad llorando cubriendo su rostro, caminando entre el resentimiento que había invocado.

— Las personas que juraron proteger y por las que murieron se han convertido en ciudadanos del nuevo reino. ¿Los odian?

Aquel negro miasma espiritual se agitó como si esa fuera la única forma de soltar su dolor, de exteriorizar la rabia que sentían por haber sido traicionados por los que, alguna vez, fueron ciudadanos de su reino.

Sienten el desprecio con el que su sacrificio fue tomado

— Han olvidado sus muertes en el campo de batalla. Han olvidado sus sacrificios y están celebrando a quienes les quitaron la vida. ¿Los odian?

Una grotesca y lamentable cacofonía de gritos, aullidos y rugidos se levantó, provocando que aquel hombre gritara:

— ¿De qué sirve gritar? Solo respondan: ¿ustedes odian?

Todos esos gritos y aullidos se condensaron en una sola palabra:

— ¡ODIO!

El resentimiento, la agonía y la pena se filtraron en cada palabra de la siguiente frase:

— ¡MATAR! ¡QUIERO MATARLOS!

Aquel joven fantasma observó como la figura de blanco extendía los brazos en un gesto invitador y dijo:

— Vengan a mi lado. Lo prometo, ¡la gente de Yong An nunca conocerá la paz!

Las almas fallecidas de los soldados muertos en pos de defender su hogar y los que sucumbieron por la terrible enfermedad del rostro humano se unieron, condensándose en una sola forma que respondió al llamado de su nuevo amo, aquel que una vez los guió en la guerra y que ahora les daría su merecida venganza. El fantasma sin nombre supo que esa figura de blanco era la persona que tanto había anhelado y se acercó a él, situándose a sus espaldas.

— Su Alteza— dijo.

El príncipe volteó hacia él, y el fantasma se inclinó ante él doblando una rodilla en el suelo. Mientras aquello sucedía, se había preparado para dar una buena impresión a su dios: su atuendo de guerra estaba en su sitio, sus túnicas negras ondeaban con cada movimiento suyo, su cabello estaba atado en una coleta larga. Recordando lo dicho por Su Alteza en aquella lejana ocasión, se había armado con un sable largo y delgado. Al levantar la cabeza, reveló usar una máscara con una sonrisa de media luna. Todas las almas resentidas del campo de batalla se agitaban moviéndose de un lado a otro alrededor de Su Alteza, quien se dirigió a él.

La estrella de la soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora