23. EMPLEADOS FELICES

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Marlin acababa de colgar el teléfono de la recepción cuando su mirada se encontró con un sonriente pelicastaño saliendo del ascensor con su abrigo de color caramelo, por costumbre sus ojos volaron hacia el reloj del pasillo leyendo la hora, esté era un mal hábito que había adquirido desde hace casi dos años.

Por aquel entonces, el doctor Anderson siempre le decía "Marlin, este chico si no lo controlo, ¡va a terminar viviendo aquí!, ¡hoy fueron 48 horas, mañana podrían ser 72!, ¿y quién lo va a detener?", más tarde, apareció Alan con una caja de deliciosos bocadillos sobornándola para que reportara cada vez que el joven médico trabajara de más. Claro que para ser justos, desde hace unos meses Elliot comenzó a ser más consciente de sus horas de descanso y salía a tiempo del trabajo, ya casi no había necesidad de acusarlo, pero la costumbre... era difícil de dejar.

- Elliot cariño, ¿te vas temprano hoy?

Elliot totalmente inocente de que lo estaban vendiendo por un par de bocadillos a la semana, contesto con buen humor. – ¡Así es!

Marlin estrecho sus ojos de zorro y con una expresión de quien quiere escuchar un buen chisme, siguió indagando – eh... ¿acaso el doctor tiene una cita? ¿Alan te recogerá?

El joven médico parpadeo un par de veces y negó con la cabeza mientras se preguntaba internamente si es que era demasiado obvio. – hoy lo voy a recoger yo.

- Oh, si es así, abrígate bien, aunque no ha nevado todavía, el clima es lo suficientemente frio para congelarte.

Elliot agradeció el consejo y añadiendo una bufanda de más a su atuendo se despidió y salió del hospital con destino al centro.


Solo requería de un poco más de media hora para recorrer las tan familiares calles y llegar hasta el imponente edificio de cristal "Inversiones VI&A", al cruzar por la puerta decidió enviarle un mensaje a Alan, saco su celular y abriendo la aplicación escribió un simple "ya llegue".


- ¿Disculpe señor, necesita algo?


Levanto su mirada del teléfono, y desde la recepción una chica con el cabello negro lo miraba con curiosidad, seguramente se estaría preguntando que hacía un tipo como él, en un lugar como este. ¿Tal vez debería considerar la idea de vestir de corbata, y dejar de asustar a los empleados nuevos cada vez que venía?

Desechando esos pensamientos bizarros hasta el fondo de su cabeza, se acercó con una sonrisa amable y saludo al par de personas en el puesto – ¡Hola!

- ¡Buenas tardes señor Nell! – Una chica rubia con el mismo uniforme de recepcionista que la pelinegra, se inclinó sobre la superficie de la mesa ocultando inconscientemente a su compañera y rápidamente le devolvió el saludo con una gran sonrisa – ¿quiere que le avise?

- No te preocupes, ya le escribí, ¿Cómo seguiste del resfriado?

La pequeña secretaria se rasco la nariz algo apenada (pensando en la última vez que se vieron, rodeada de pañuelos), pero igualmente contesto con honestidad olvidándose por completo de la etiqueta del lugar - Muy bien, la medicina que me recomendó funciono de maravilla, al segundo día ya no me dolía ni un pelo.

- Eso es bueno – el joven médico soltó una pequeña risa y despidiéndose de ambas chicas se dirigió al ascensor.

Apenas las puertas de acero se cerraron y ya no se pudo divisar más al joven sonriente de lentes, la secretaria de cabello negro rápidamente volteo a ver a su compañera con una expresión de pánico y le susurro - ¿lo dejas entrar así no más?

DOCTOR VS MAFIOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora