4. EL DOCTOR DE OJOS CASTAÑOS

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Los hospitales nunca le habían gustado, es más, antes de esta experiencia jamás había entrado en uno ni mucho menos se había quedado en uno por tanto tiempo.

Ya habían pasado tres días, y todavía no la había hallado, sinceramente pensó que seria capaz de reconocerla entre cientos de mujeres, que cuando la viera su cuerpo de alguna manera comenzaría a reaccionar, así como sus ojos no pudieron separarse de ella aquella noche.

Pero nada... ese día había visto a las primero 5 mujeres de la lista. Cerro sus ojos y trato de visualizarlas.

Había una llamada Elizabeth, se especializaba en cirugía estética, era joven, de piernas largas, su cabello era largo rubio y con ojos cafes, sin duda era muy atractiva. Y también podría ser la Ely que buscaba... pero no. No era ella.

Había otra chica más, llamada Elionor esta de interna y comenzó hace poco, tenia el cabello corto negro, era algo bajita y muy tímida, también tenia los ojos cafes.... pero no, tampoco era la Ely que buscaba.

Ninguna había provocado algo en él.

Diablos... esto era un asco.

Y para el colmo de los males ni siquiera podía dormir, no se sentía a gusto, la cama era pequeña, dura e incómoda, la habitación era fría y en todo el piso corría ese viento helado y ese aroma a desinfectante que le causaba irritación. Pero lo que más detestaba era el silencio en la noche. Definitivamente odiaba el hospital.

Decidió que seria inútil permanecer en la cama por más tiempo, jamás podría conciliar el sueño así que se puso en pie y decidió dar una vuelta por el lugar, tal vez encontraría algo que lo entretuviera.

Recorrió los amplios pasillos y bajo por las escaleras dos pisos más, pero nada interesante, la mayoría de las puertas permanecían cerradas y no había tampoco nadie por allí, pero aun así siguió caminando, hasta que una pequeña luz en el pasillo llamo su atención.

La pequeña luz provenía detrás de una puerta y se veía por la rendija de abajo, no sabría decir en que parte del hospital estaba, pero si reconocía que no eran consultorios ni tampoco habitaciones para pacientes, lucia totalmente diferente a las demás y olía a café. Tal vez era un salón de descanso o quizás una cafetería privada para el personal del hospital.

De pronto la idea de tomar café se le hizo provocativa, hasta ahora todo lo que había comido era esa insípida comida de hospital, ni siquiera David pudo traerle algo decente de comer. Y ahora ese olor lo estaba envolviendo llamándolo a entrar. Así que con toda la seguridad que siempre le caracterizo entro allí importándole poca cosa sí estaba permitido o no.

Lo primero que noto y que le decepciono era que no era una cafetería, era simplemente un salón con una cafetera, un sofá y una pequeña biblioteca. Nada interesante... a excepción de la persona que se encontraba allí.

Sentado en el escritorio y dándole la espalda, se encontraba Elliot, el buen doctor, parecía estar ensimismado leyendo unos papeles o algo así.

Al verlo tan tranquilo y concentrado le entraron de repente unas terribles ganas de molestarlo. Tal vez aprovecharía la situación y se vengaría un poco por la innecesariamente larga lista que el médico le había entregado.

Tomo la puerta que aun agarraba por el pomo y la azoto fuertemente al cerrarla. El sonido que provoco retumbo en las paredes de forma escandalosa, ocasionando que el joven médico pegara un pequeño saltito en su asiento y hasta le pareció oír también un pequeño grito.

Molestar al médico, era muy divertido.

- Lo siento, ¿te asuste? – Pregunto tan descaradamente que Elliot no sabía que lo enojaba más, si el tono falso de culpa o la sonrisa de burla que trataba de ocultar Alan.

DOCTOR VS MAFIOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora