27. PARA SIEMPRE

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Elliot se encontraba atando el nudo de su corbata mientras pensaba distraídamente en lo rápido que pasaba el tiempo.

Hace tres años su pequeño hermano todavía estaba en la escuela y ahora ya se estaba preparando para ir a la universidad, y hoy, su mejor amigo Javier dejaría sus días de perro soltero para casarse.

Parece que en un instante todos se fueron... bueno, no todos.

Alan sigue aquí.

Levanto su mirada y a través del espejo se encontró repentinamente con la mirada cariñosa de Alan, lo había estado observando desde quien sabe cuánto tiempo.

Una oleada de ternura lo invadió, se dio la vuelta y con una sonrisa en sus labios señalo su cuello.

- ¿Cuál crees que es mejor, esta o la gris?

Alan se le quedo mirando un rato antes de ponerse de pie y acercarse, y esos ojos que tanto le gustaban comenzaron a oscurecerse, por algún motivo comenzó a sentirse expectante.

El mayor se detuvo justo a unos centímetros de distancia, levanto su mano y muy suavemente tiro de la corbata, el nudo se deshizo y lentamente el lazo cayó al suelo.

- Te ves mucho mejor sin nada puesto.

Elliot soltó una pequeña risa, arrojo sus brazos sobre su cuello y lo atrajo para besarlo.

Pronto sus labios fueron lamidos y succionados antes de sentir como el pelinegro le mordisqueaba suavemente su labio inferior, con un pequeño jadeo, el bribón se coló y con una tiranía atrayente comenzó a apoderarse de todo en su interior.

Cuando el beso finalizo, Alan apoyo su frente contra la del menor mientras ambos se tomaban un tiempo para recuperar el aliento, una sonrisa tonta escapo de los labios de Elliot, le gustaba ser besado así.

- ¡Espera!

De una palmada, Elliot alejo esa mano traviesa que ya estaba masajeando un lugar bajo su cintura. Con las manos levantadas Alan retrocedió inocentemente unos pasos hasta caer sentado sobre el borde de la cama y desde allí lo miro divertido.

Sintiéndose un poco indefenso Elliot reviso su antes planchada camisa, ahora llena de pliegues y su pantalón impresentable. Se lamentó un poco.

– No traje ningún cambio.

Para la boda de Javier y Wendy, todos los invitados se habían hospedado en un hotel en donde se realizaría la fiesta, como solo estarían aquí el fin de semana, solo había empacado un traje y un par de mudas de ropa informales.


El mafioso soltó una risa ante el puchero inconsciente que estaba haciendo el médico mientras trataba de acomodarse la ropa. Tiro de su mano y con un suave jalón lo atrajo hasta él.

- Si te la quito, no se arrugará. – susurro justo en su oído causándole un pequeño escalofrió.

Ante la tentación, Elliot miro inconscientemente la cama, las sabanas aún estaban revueltas... su rostro se enrojeció de vergüenza recordando lo que había pasado unas horas antes.

- Se hará tarde y anoche no me dejaste descansar...

Trato de hacerse el difícil, aún tenía en su cuerpo las secuelas de la noche pasada y no le apetecía llegar agotado a la boda de su amigo, pero, cuando vio la mirada ardiente de Alan sobre sí mismo, como si quisiera devorarlo, ya no pudo seguir hablando.


Alan sonrió de medio lado viendo como su doc comenzaba tambalear y aprovechándose de la situación comenzó el mismo a desabotonar su camisa mientras acariciaba la tierna piel descubierta de su vientre. Cuando se topó con ese pequeño ombligo lo beso y soplo, sintió enseguida como el cuerpo del menor temblaba en sus brazos.

DOCTOR VS MAFIOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora