26. EL SECRETO DE ALAN

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Antes del amanecer cuando el clima era tan frio que al hablar la gente podía ver su propio aliento como niebla blanca en la noche, un pequeño grupo de hombres esperaba ansiosamente dentro de un automóvil de color negro.

Elliot miraba con preocupación a través del cristal entintado a una figura alta y firme que se erguía sin tambalearse por el azote del viento, no podía ver su rostro desde la distancia, pero estaba tan familiarizado con su cuerpo que podía identificarlo sin errores solo por su postura al caminar.

Alan con las manos enguantadas en los bolsillos parecía hablar tranquilamente con tres hombres, un momento después un automóvil de gama alta de color blanco perla se acercó silenciosamente por la calle del puerto, seguido de cerca por otros tres vehículos. Estacionaron al frente del grupo, la puerta trasera se abrió y un hombre gordo salió del auto e intercambio un saludo formal.

Momento después los tres hombres que acompañaban a Alan avanzaron hasta el vehículo blanco con la intensión de subirse, pero antes de llegar a la puerta, de los autos cercanos media docena de hombres los rodearon, entre ellos un hombre de aspecto enfermizo tomo la delantera y con una sonrisa señalo el viejo almacén en la orilla del puerto detrás de ellos.

Luego de una corta discusión, Alan frunció el ceño y todos se dirigieron al lugar señalado.


- Cambiaron el lugar – Elliot murmuro.


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En otra época cuando el puente actual no había sido construido, esta sección del rio que formaba un lago poco profundo era utilizada para cruzar hacia el otro extremo de la ciudad, algunas familias adineradas comenzaron a comprar botes privados y transportaron mercancías y personas, muchos almacenes fueron construidos para recibir y almacenar los productos a intercambiar. Años después, el nuevo plan territorial se llevó a cabo y con la construcción del puente interino el lago se cerró y estos almacenes fueron abandonados, ahora solo quedaban unos cuantos, como el que tenía al frente, con las puertas de metal oxidadas y un leve olor a rancio por la humedad.


- Que pocilga – David que se pellizcaba levemente la nariz miro a su alrededor con desagrado al pensar en el pequeño pero pulcro club a las afueras de la ciudad que el jefe había reservado especialmente para esta reunión, pero ahora los Oniani habían cambiado repentinamente el lugar de la reunión a este viejo cobertizo cerca del punto de encuentro.

El hombre gordo fingió que no escuchaba las quejas a su alrededor, en su lugar puso una amigable sonrisa en su rostro y en un tono lamentable hablo – Disculpe las molestias, pero últimamente hemos tenido algunos problemas con la ... seguridad. Espero que al joven maestro Ivankov no le moleste ser nuestro mediador en esta humilde morada.

- Claro que no me molesta señor Oniani, nuestras familias siempre han sido amigas desde los viejos tiempos, sin embargo, es una pena que se desperdicie el club que exclusivamente reserve para presentar mis respetos a los mayores.

- No es necesario tantos problemas, las conversaciones no son complicadas, solo una pequeña disputa, nada que sea demasiado demorado.


Al ver que Alan no podía seguir insistiendo el hombre enfermizo que previamente les había bloqueado el camino, se acercó con una sonrisa retorcida y abriendo la puerta del almacén invito – Por favor por aquí.

- Espera un momento, nuestros hombres primero revisaran el lugar. – David dio señales, y el pequeño grupo de tres entró rápidamente.

El hombre de aspecto enfermizo le dio una mirada a la cabeza de la familia Oniani antes de hacerse a un lado y permitir el ingreso de los tres.

DOCTOR VS MAFIOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora