Desnuda

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De las veces que Levi bañaba a Hanji...

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Galopaba a toda velocidad de vuelta a la seguridad de las murallas, con el fuerte sol del mediodía brillando justo encima de su cabeza. Sus ojos la buscaban desesperadamente entre el montón de gente. La última vez que la había visto había sido justo antes de que le tendieran la trampa a la titán hembra; luego de eso había desaparecido. ¿Dónde diablos se habría metido? Su corazón latía desbocado dentro de su pecho, temeroso de que le hubiese ocurrido algo. ¿Acaso a ella también la habían lastimado? Le aterraba conocer la respuesta.


El aire apestaba a sangre, y Levi tuvo que reprimir las náuseas. La misión había fallado estrepitosamente y la infinidad de carretillas que regresaban con muertos y heridos no era más que la prueba fehaciente de ello. La culpa y la rabia lo carcomían por dentro con cada segundo que pasaba; los soldados que habían caído en el campo de batalla tenían familias esperándolos de vuelta en la ciudad. ¿Qué iban a decirles en cuanto los hallaran envueltos en sábanas teñidas de rojo? ¿Cómo podrían siquiera mirarlos a la cara? Sentía sus manos manchadas de remordimiento; uno que no desaparecería sin importar cuánto intentara lavarlas. Mierda, ¡ni siquiera había sido capaz de salvar a su maldito escuadrón!


Avanzó un poco más hasta encabezar el grupo. Allí a su lado galopaba Erwin.


-¿Sabes dónde está?- le preguntó. Ni siquiera necesitaba mencionar su nombre.


-No.- respondió él.- Pero sé que está bien.


Levi rodó los ojos. Esa información le era totalmente inútil, más ahora que estaban tan próximos a ingresar nuevamente al distrito. ¿Y Moblit? Estaba seguro de que ese baboso no podía haberle perdido el rastro.


Tiró de las riendas de su caballo para dirigirse en dirección contraria a la que iban el resto de los soldados, pero entonces las puertas de las murallas abriéndose de par en par le impidieron ir más lejos.


-Tch, lo que faltaba.- insultó entre dientes a cual fuera el poder superior que jugaba constantemente con su suerte. Ya tendría tiempo de buscarla en cuanto llegasen al cuartel. Y, si no había resultado gravemente herida, quizás de patearle el trasero también.

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Los gritos de los soldados inundaban los corredores, como un eco agonizante que reverberaba hasta el infinito y amenazaba con volverlo loco. Las palabras que le había dirigido el padre de Petra en el camino de regreso aún estaban frescas en su memoria y no estaba convenido de poder borrarlas alguna vez. Igual que ella, había muchos otros jóvenes que ya no tendrían oportunidad de casarse, o de formar una familia, de recorrer el mundo o de envejecer. Igual que a ella, a muchos otros compañeros les habían arrebatado el último aliento demasiado pronto, demasiado injustamente. ¿Cuántas vidas más tenían que perderse para que cayeran esos muros que durante siglos los habían mantenido prisioneros? ¿Cuál era el costo a pagar por su libertad?


-¡Moblit, ven a ayudarme con esto!- una voz que hubiese reconocido en cualquier otra parte esfumó en cuestión de segundos la bruma en la que sus pensamientos lo habían sumido. Maldita sea, ¡estaba viva!

Segunda Oportunidad [Levihan Oneshots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora