De cuando Hanji encontró a Levi a orillas del río...
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Levi Ackerman no podía morir. No así. No en aquel lugar. Se negaba a creerlo, a aceptarlo.
Exhaló a través del pesado nudo apretándole la garganta, y sostuvo la fragilidad de su cuerpo entre manos temblorosas. No. No. No.
-Quédate conmigo.- imploró, acariciándole el rostro cubierto de sangre. Su voz era un quejido ronco y entrecortado, apenas audible bajo el incesante repiquetear de la lluvia. Sus dedos se habían teñido de rojo, testigos de cómo la vida se escurría y escapaba irremediable de su alcance. Debía darse prisa. Ya no tenía tiempo.
Tragó saliva con fuerza, y acercó a Levi al calor de su pecho. Su pulso era débil, intermitente, pero estaba allí. Era ahora o nunca. Si los Yaegeristas los descubrían, estaban muertos. Los dos.
-Quédate conmigo, por favor.- repitió, aún más bajito, en un susurro roto, un rezo desesperado. Estaba inclinada encima de él, sus labios casi pegados a los suyos en una cosquilla ausente; el beso que nunca había podido ser.
Sollozó, piel con piel, todavía acariciándolo. El dolor le estrujaba el estómago y le hundía el corazón y le fragmentaba el alma. No podía perder a la única persona que todavía le quedaba en pie, a su mejor amigo. No podía perder a lo único en el mundo que de veras le importaba. No podía.
Porque lo amaba.
Hanji Zoe amaba a Levi Ackerman con cada maltrecha fibra de su ser. E iba a salvarlo. Iba a hacer lo que estuviera a su alcance para salvarlo. Incluso si aquello implicaba entregar a cambio su propia vida.
-Hemos tenido suerte.- oyó a Floch hablando a sus espaldas, distrayéndola sólo un instante. El resto de los Yaegeristas estaba allí, rodeándolos, habiéndose ya percatado de su presencia. Acababan de encontrarlos.- Nuestra principal amenaza ahora no es más que un pobre inválido.
Inspiró profundo, en un vano intento por llenar sus pulmones nuevamente de aire, por recobrar la compostura. Debía calmarse, pensar en algún modo de escapar e irse. Irse lejos. Irse antes de que alguien más pudiera hacerles daño.
-Está muerto.- mintió, arropándolo con cuidado entre sus brazos. Las lágrimas resbalaban y caían una tras otra, empapándole las mejillas, casi mezclándose y fundiéndose con el grosor de las gotas.
Floch dejó escapar una carcajada sonora, incrédulo.
-Entonces permíteme tomarle el pulso.- insistió.
Hanji levantó la mirada brevemente hacia él. La angustia que antes amenazaba con asfixiarla de golpe se había convertido en ira, avasallante, galopante y arrolladora.
No iban a ponerle una sola mano encima a Levi. Ni de suerte. Sobre su maldito cadáver.
Lo acarició de vuelta y dirigió la vista al río que fluía desbocado detrás suyo. Ésa era su última chance, el último retazo de esperanza al que podían aferrarse.
-¡Floch!- gritó uno de los cadetes desde la lejanía. La bruma y la lluvia cubrían parcialmente la escena, y el resto de los Yaegeristas enfocaron su atención allí, en aquel sitio brumoso desde donde el grito había provenido.
Ahí estaba, su única oportunidad, su única y última vía de escape. Era ahora o nunca. Ahora o nunca.
Cerró los ojos y se lanzó al agua gélida en una apuesta ciega, una corazonada sin fundamentos. No había lugar para temer. Tampoco para vacilar o pensarlo demasiado. Levi Ackerman no podía morir. Levi Ackerman no iba a morir.
Porque no quería imaginar un mundo sin él. Porque lo amaba. Mierda, lo había amado todo este tiempo.
"Quédate conmigo", murmuró para sí misma una última vez, nadando con su cuerpo inmóvil entre los brazos. El frío le calaba hasta los huesos, pero le daba igual. No podía detenerse.
Levi Ackerman iba a salvarse. Incluso si aquello implicaba entregar a cambio su propia vida.
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Segunda Oportunidad [Levihan Oneshots]
Fanfic"...El mundo era tan cruel, pero tan dolorosamente hermoso. Y ellos aún tenían la suerte de estar vivos para presenciarlo, para darse una segunda oportunidad..." Pequeñas historias de Levi y Hanji situadas en el universo de Shingeki No Kyojin. Los p...