Empezar de Nuevo

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Los mechones rubios caían uno tras otro al compás del sonido metálico de las tijeras, rítmico y constante. Click. Clack.


A las afueras del baño, los chicos observaban la escena divertidos, casi como si se tratara de algún tipo de espectáculo. Armin nunca se había cortado el pelo. Al menos, nunca tan corto.


-Deja de moverte. - le ordenó Levi, todavía maniobrando con las tijeras. Armin enderezó la espalda, obedeciendo sin rechistar. Al otro lado de la puerta, Jean se reía con ganas.


-Córteselo un poco más, capitán. - señaló, burlón. Armin abrió la boca para protestar, pero volvió a cerrarla de inmediato, sin decir nada. Había perdido una apuesta contra él y Connie la noche anterior y ahora no tenía más opción que atenerse a las consecuencias.


-No lo molestes, idiota. - se metió Mikasa, a la defensiva. Jean la miró de reojo durante un instante muy breve, totalmente sonrojado. - O sino el próximo en cortarse el pelo serás tú. - lo amenazó.


Esta vez, el que se reía era Connie.


-Me parece que alguien le tiene miedo a un par de tijeras...- susurró, mofándose divertido. Jean bufó, de mala gana. El chiste no le hacía ninguna gracia.


- ¡No es eso! - mintió, cruzándose de brazos. Llevaba unos cuantos meses batallando por dejarse crecer el pelo. En parte, porque había oído que lo haría lucir más maduro. En parte, también, para competir con Eren. - Sólo no quiero ser un pelado, como tú.


Connie puso los ojos en blanco y se apoyó contra el marco de la puerta abierta. Al otro lado, Levi examinaba el corte de Armin; el ceño levemente enfurruñado en expresión concentrada.


- ¿Qué opinas? - le preguntó, retrocediendo apenas unos pasos para corroborar que las puntas hubiesen quedado prolijas.


Él se lo quedó pensando, contemplando en silencio su imagen reflejada en el espejo mojado. El sol del mediodía hacía brillar su pelo en destellos ocres y dorados; la redondez de su rostro enmarcada por los mechones más cortos cubriéndole la frente.


-Me gusta. - admitió, con una sonrisa; los rayos colándose a través de la ventana casi un atardecer en el océano de sus ojos achinados.


Levi le quitó la toalla húmeda que le había colocado alrededor de los hombros y lo palmeó despacio. Era un gran chico.


-Bien. - asintió, guardando las tijeras en la cinturilla de su pantalón. - Ahora, Jean, ven a barrer el suelo.


- ¿Por qué yo? - protestó él, tomando la escoba de todos modos. Levi dejó escapar una carcajada incómoda, apenas audible, casi como una carraspera.


-Porque no voy a hacer yo todo el trabajo. - sentenció, encogiéndose de hombros; la remera arremangada hasta la altura de los antebrazos. - Si tienen el tiempo suficiente como para quedarse husmeando, también tienen tiempo suficiente como para limpiar.


Jean resopló, cansado, sin levantar la vista del cabello entretejiéndose suelto, casi regando los azulejos. Odiaba reconocer que, tal vez, Levi tuviera algo de razón.

Segunda Oportunidad [Levihan Oneshots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora