Blanco

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Blanco. El azúcar. El papel. Sus sábanas. Su color favorito. Todo a su alrededor era blanco.


La nieve se amontonaba espesa en el suelo, crecía congelada en las copas de los árboles; la bruma helada desdibujando el infinito del horizonte, dificultando la visión.


Exhaló, observando cómo su aliento se condensaba en vapor, desvaneciéndose gélido en el aire. Erwin había insistido en partir rumbo a otra expedición muy a pesar del clima, muy a pesar de las quejas y preocupaciones del resto de los soldados. Había dicho que la humanidad no podía esperar, que retrasar otra misión sólo iba a perjudicar lo poco que se había avanzado hasta el momento. Tal vez por eso era que nadie había podido argumentar nada en contra. Tal vez, porque sabían que la muerte no iba a detenerse piadosa bajo ninguna circunstancia; ni siquiera ante la crudeza del invierno.


Inspiró hondo y sujetó con fuerza las riendas de su caballo, instándolo a acelerar sobre el suelo inestable. A su lado, Hanji galopaba sin prisa; los escuadrones de ambos siguiéndolos de cerca.


-¿Crees que hoy veremos a algún anormal por aquí?- le preguntó entusiasmada; su voz fundiéndose con la neblina.


Levi puso los ojos en blanco.


-Yo ya he visto a unos cuantos.- resopló, de mala gana. Hanji, sin embargo, frunció el ceño, confundida.


-¿De veras?- titubeó, mirando hacia un lado y a otro.- ¿Dónde?


Levi chasqueó la lengua, casi aguantándose la risa.


-Justo aquí.- se mofó, señalándola.


Pero Hanji ya no estaba escuchándolo. Ni siquiera estaba prestándole atención.


Delante de ellos, unos cuantos metros más lejos, la silueta de un titán se recortaba contrastante de entre lo impoluto del paisaje.


-¡Voy tras él!- gritó, impulsiva, galopando en su dirección a toda velocidad, sin siquiera pensarlo dos veces. Su pelo y el verde de su capa revoloteaban libres en el ulular del viento, el eco de sus carcajadas perdiéndose a la distancia.


-¡Es un anormal!- le advirtió Erwin. El titán, cada vez más cerca, los contemplaba desde la altura con ojos desorientados.- ¡Ten más cuidado!


Hanji volvió a reírse, sin mirar atrás.


-¡Lo tengo bajo control!- le aseguró, incorporándose apenas encima de la montura del caballo, lista para saltar. Detrás suyo, Levi apretaba el paso una vez más.


-¡Idiota! ¡Harás que nos maten a todos!- exclamaba, furioso. El corazón se le estrujaba sin reparos, bombeando y latiendo desbocado dentro de su pecho. Podía sentir lo arrítmico del pulso en las sienes y en el cuello y en cada rincón del cuerpo.- ¡Vuelve aquí ya!


Hanji, sin embargo, seguía sin escuchar. Galopaba ahora más rápido, más apresuradamente, absorta en el éxtasis de su propia adrenalina. El titán estaba tan próximo que podía casi derretirse en la calidez emanando humeante de su piel, tocarlo con la punta de los dedos.

Segunda Oportunidad [Levihan Oneshots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora