²⁹ | Omega

116 20 15
                                    

Habían pasado días desde que Castiel se había encerrado en su habitación, sin siquiera salir para ver a Dean. Nuevamente se encontraba en estado de shock luego de ver a su hermano

Gabriel; su salvación hace demasiados años. Su hermano, su compañero, su única vida. Ahora lo odiaba por su culpa, porque no podía seguir culpando a su tía de todas sus decisiones, fue él quien robó la tortuga del río de Gabriel, fue él quien lo ofreció como dote al ministro. Todo era su culpa

Sostuvo su cabeza entre sus manos lleno de terror, no creía que algo así fuera a escalar a tanto. ¿Y si lo descubrían? ¿Y si lo asesinaban? No, no podía. Él no. Jamás. Nunca

De pronto, un leve sonido llamó su atención. Castiel dejó de sostener su cabeza con nerviosismo a mirar a esa dirección con miedo. Su paranoia lo estaba matando, Lucifer podía aparecer en cualquier momento y matarlo

— Tú...

Una inocente voz lo llamó. Castiel miró de nuevo a la dirección de donde provenía encontrándose con un joven que reconocía; por sus feromonas sabía quién era. Ese muchacho de la primera cena en donde habían estado. Ese omega de cabello castaño oscuro que estaba casado con Abaddon

— ¿Que haces aquí? — cuestionó Castiel evitando encontrarse con él

— Tú y yo... somos los únicos omegas, yo pensé que...

— Por favor, retírate

Samandriel frunció el ceño con preocupación y lejos seguir su órdenes se acercó mucho más al pelinegro, quedando los dos cara a cara en el suelo de su habitación. Cuando Castiel se volteó a mirarlo, se encontró con algo sumamente peculiar en el menor

Su rostro era fino, redondo y con labios gruesos. Pero no parecía temerle, no parecía tener miedo de encontrarse con otro de su especie. Al contrario se lo veía lleno de curiosidad. Asumía que debía tener unos 19 a 20 años

— Usted es guapo — volvió a balbucear Samandriel. — Sus ojos son...

— Creí haberte dicho que te retiraras, ¿que buscas irrumpiendo en mi habitación como un ladrón?

El menor sonrió. — Suponía que eras así, ¿fuiste educado de esa manera?

— No sé de qué hablas

— Oh vamos, tú sabes a lo que me refiero. El entrenamiento. A los omegas nos entrenan desde niños para servir, ¿pero nunca te enseñaron a convivir con otros omegas?

— En mi casa había descenas de omegas, pero...

— Te ves gracioso, como si ocultaras algo. ¿Es por eso que vives en la oscuridad? ¿por qué te ocultas de algo?

Castiel abrió sus ojos de par en par. Samandriel sonrío. Ambos sabían lo que ocultaban

— En tu cuello — Castiel señaló el cuello del omega menor. — En tu cuello hay una marca de vinculación

Samandriel tocó su cuello con recelo. — Lo notaste, ¿es muy grande?

— ¿Quien te la hizo?

— No es obvio, ¡mi esposa! Abaddon, ella me marcó hace años. Aunque nuestra vinculación va más allá de solo una marca. La mordida es sólo una marca terrenal de posesión. El amor que nosotros nos tenemos va más allá que de algo tan insulso

Castiel enarcó una ceja. No entendía que podía ir más allá de la marca de vinculación, que de por sí era importante. La marca podía significar muchas conexiones ¿que iba mas allá de eso?

— Quienes te criaron... ¿nunca te contaron la historia del lazo?

— ¿Lazo? jamás escuché algo como eso

El Amor esta Sobrevalorado © [ Destiel / omegaverse AU. ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora