21. Preocupación.

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Entré a clases pero Kilian no lo hizo, se fue corriendo hace 15 minutos atrás, ¿Qué le habrá pasado para que se fuera así?

La mañana transcurrió y el nunca apareció. Por la tarde tampoco supe nada de él y mi preocupación aumento. Por la noche intenté llamarlo pero el no contestó y me fui a dormir pensando en que si estaría bien.

Al la mañana siguiente mientras estamos yendo a la escuela se me ocurre preguntarle a Gael sobre Kilian.

- Hey ¿sabes porque Kilian no apareció ayer en todo el día?

- La verdad no. Intenté envíale mensajes pero el no me contestó.

- Que raro que no te contesté.

- Si es raro, pero seguro tiene sus razones.

Entre a la escuela con la esperanza de poder verlo, pero el no se presentó. Mi preocupación ya es muy alta. Decido ir por Agy e interrogar la al igual que Gael.

- Hola.

- Hola amiga.

- Ey ¿sabes algo de Kilian?

- No ayer no lo vi en todo el día y hoy parece que tampoco vendrá.

- Que raro.

- Si es muy raro que el falté – ladeó su cabeza mientras me miraba.

- ¿Qué?

- ¿Por qué estás tan preocupada por él?

La vergüenza entro en mi cara.

- Porque es mi amigo – digo casi segura – y como tú dijiste es muy raro que falté.

Claro, además tú preocupación esta por las nubes.

Ya pasó la primera clase del día, es el recreo y me estoy dirigiendo a dónde estan Federico y Stefano, los mejores amigos de Kilian.

No soy mucho de hablar con chicos así, pero ellos son mi última opción para saber algo de Kilian.

- Hola chicos.

- Hola Gemma. – me saludan amablemente.

Hey saben tu nombre.

- Quería preguntarles ¿Si sabían algo de Kilian?

Se miran uno al otro.

- De hecho nosotros íbamos a preguntarte lo mismo – dice Federico.

O no.

- Pensé que había hablado con ustedes. Ayer se fue muy rápido y luego no supe más de él.

- Nosotros tampoco sabemos nada
- Hace de ayer que no contesta nuestros mensajes – habla Stefano.
- Ni siquiera sabemos porque se fue. – suspira Federico.

- Estábamos conversando y le llegó una llamada, después de colgar puso una cara como de tristeza combinada con confusión y se fue rápidamente.

- ¿Y no escuchaste que decían el la llamada?

- Solo escuché a alguien que decía el nombre de un tal Jacobo.

Ambos hacen una cara como si hubieran entendido todo con solo ese nombre.

- Ahora entiendo. – Federico se agarra la nuca con una mano – por eso no contesta.

- Por eso no apareció – continúo Stefano.

- ¿Qué está pasando? – esa situación me está confundiendo y a la vez me está preocupado más. – Díganme que pasa.

- Mira Gemma – Federico empezó – supongo que tú no debes saber la historia y no es de nuestra incumbencia contártelo – agarra mi hombro suavemente – lo que si te puedo decir es que Kilian no debe estar de ánimo y por eso no contesta ni tampoco aparece. Tranquila debe estar bien ya no tienes que preocuparte.

Si claro eso la preocupo aún más te lo aseguro.

No me termina se cerrar la explicación de Federico pero no quiero ser pesada. Asiento con la cabeza y me despedo de ellos para ir de nuevo a clases.

Mientras regreso de la escuela estoy todo el camino pensando en ¿que es lo que le pasa a Kilian?, ¿cuál es la famosa historia que yo no se? Y sobre todo no puedo parar de preguntarme ¿quién es el tal Jacobo? ¿y porque su nombre sacude a todos?

Llego a casa y escucho que mis padres se encuentran hablando con alguien. Cuando me aproximo a la sala veo que es María Elena, la mamá de Kilian. Cuando ella me ve viene con rapidez hacia mí.

- Gemma que bueno que ya llegaste. Necesito tu ayuda urgente. – parece muy intranquila.

- Si señora Aguilar ¿Qué pasa? ¿Por qué está tan alterada?

- Kilian desapareciendo.

No esto no puede estar pasando.

- ¿Qué? ¿Cómo que desapareció?

- Si hace de ayer a la noche que no se nada de él.

- ¿Pero que paso? ¿Por qué se fue?

- Ayer recibimos una noticia muy fuerte para nuestra familia, ninguno se lo tomó bien pero el fue al que más afectó. Estuvo todo el día muy triste. Por la noche discutió con su padre y se marchó. Pensé que saldría a caminar y luego volvería pero no lo hizo. Llevo todo el día buscándolo.

- Tranquila Elena, seguro lo vamos a encontrar. – mi madre la toma de los hombros y la consuela.

Yo sigo sin poder procesar lo que me acaba de decir. Un miedo enorme se apodera de mí.

- Por eso vine a buscarte Gemma. – María Elena me agarra de las manos. – tu has estado pasando mucho tiempo con el y he visto como vuelve sonriendo cundo está contigo. Ustedes se llevan muy bien. Entonces pensé que tú podrías ayudarme a encontrarlo.

La verdad es que yo si he está mucho tiempo con el. Y lo único que calmaría mi preocupación sería encontrarlo.  María Elena realmente cree en mi, en que podía encontrarlo. No voy a decepcionarla.

- Si claro la ayudaré.

El timbre de mi casa suena y Ángeles se aproxima a abrirla. Al abrir aparece el señor Aguilar. Parece estar muy calmado a pesar de que su hijo esta perdido.

- ¿Fuiste a la policía? – pregunta María Elena.

- Si pero dijeron que deben pasar 24 horas de desaparecido para empezar a buscarlo.

- Yo no pienso esperar 24 horas.

- Elena por favor vallamos a casa. Seguro debe ser uno se sus berrinches. Te aseguro que en una hora cuando tenga hambre aparece.

- Cómo puedes estar tan calmado cuando Kilian está desaparecido.

- Solo lo me parece para tanto. Además ya te dije que debemos esperar 24 horas.

- Yo voy a seguir buscando a mi hijo y si tú no quieres hacer lo mismo entonces viene a casa.

El señor Aguilar hace una cara de abatimiento y se va sin hacerse rogar.

Mis padres, María Elena y yo salimos a buscar a Kilian. Gael, Federico y Stefano van en otra dirección para así cubrir más terreno. Pasamos toda la tarde buscándolo por toda la ciudad. Nuestra desesperación aumenta cada vez que vamos a un lugar y no obtenemos ningún resultado.

Ya pasaron 3 horas y Kilian sigue sin aparecer, pronto anochecerá. Volvemos a mi casa sin ningún resultado.

Estoy caminando de un extremo a otro al pie de la escalera, mientras mis padres y María Elena piensan en más sitios en dónde buscar. Gael habla con Federico por teléfono pero  ellos tampoco tienen avances.

Mi mente es un lío, pasa de blanco a negro sin parar. El miedo y la preocupación de no saber dónde el esta me come el cerebro.

¿ Y si le ha pasado algo malo? ¿Y si nunca más vuelve?

Continúo pensando. Kilian es un chico muy sociable puede haberse ido a muchas partes. Pero tal vez busque tranquilidad, después de todo discutió con su padre antes de desaparecer. Si fue así buscará un lugar en dónde pueda pensar y estar en paz sin que nadie lo molesté, un lugar que solo el conozca. De repente una palabra ilumina mi mente.

Estrellas.

Detengo mi caminata sin rumbo y se me ocurre una gran idea. Tomo mi abrigo y salgo de mi casa sin que nadie se de cuenta. Cuando estoy afuera comienzo a correr por mi vecindario hasta que por fin llego.

La colina de las estrellas, como no se me ha ocurrido antes, la subo rápidamente y allí lo encuentro, justo en frente del atardecer.

Parece estar tranquilo sumido en sus pensamientos mientras mira hacia el cielo, ni siquiera nota mi presencia.

- ¡Kilian! – grito en mi noción de preocupación y alegría.

El se da la vuelta al escuchar mi gritó. Yo ni siquiera lo pienso y corro en su dirección, me avalazo encima de él y le doy un abrazo, apretándolo tan fuerte que lo dejo sin aire.

- Guau Diamantito, tranquila ya estoy aquí – me dice medio asfixiado.

Me separó con rapidez, entrecierro los ojos y le doy un golpe en su brazo furiosa.

- ¡Cómo se te ocurre irte así Kilian!

- Primero me abrazas feliz y luego me golpeas, que bipolar eres Gemita.

- No me trates de distraer. – lo señalo con mi dedo acusándolo - ¿Por qué hiciste esto?

- No lo sé – se encoge de hombros – lo necesitaba.

- ¿Cómo puedes estar tan tranquilo después de desaparecer así?

- No tengo porque alterarme. Además seguro nadie se preocupó por mi desaparición.

- Yo si me preocupe y mucho.

Levanta sus cejas y mis mejillas se enrojecen automáticamente.

- ¿Te preocupaste mucho Diamantito? – me dice divertido.

- No te has el gracioso. – lo vuelvo al golpear.

- Auch deja de golpearme. Si así de muestras tu alegría por verme no quiero saber cómo demuestras tu odio.

- Cómo puedes bromear en un momento así. Sabes cuánto te he buscado. Ayer me dejaste muy preocupada cuando te fuiste así como así. Y luego hoy cuando llegue a mi casa tu madre estaba ahí esperándome para que la ayude porque tú habías desaparecido. Te hemos buscado todo el maldito día.

- Okey okey ya entendí, si te preocupaste mucho.

- Muy bien. Entonces volvamos de una vez. Tu mamá se alegrará de verte.

- No. – me detiene – aún no quiero irme.

Lo miro confundida. - ¿Por qué?
- Porque aún no me siento bien. Me quiero quedar un rato más aquí. Al menos hasta que salgan las estrellas.

- ¿Por qué no estás bien?

- Puedes quedarte conmigo a mirar el cielo. – evade mi pregunta. En su lugar pone una mueca triste.

- Kilian… - le hablo con voz suave – debemos volver.

- Está bien si no quieres quedarte. – se da la vuelta mirando hacia la ciudad – regresa tu a casa y diles que estoy bien y que en un rato regreso.

Da unos pasos hacia adelante y se sienta en el filo de la colina con la mirada en el cielo que está de color naranja.

- O no, ni lo sueñes. – camino hacia el.

El gira la vista hacia mi y yo me acerco y me siento a su lado.

- No pienso irme y dejarte aquí solo. No voy a abandonarte. Eso jamás pasará.

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Nota: Perdón por pasar muchos días sin publicar nada. Pero ya estoy de vuelta.

Ojalá les aya gustado este capítulo. Háganmelo saber en los comentarios.

Los quiero mucho Diamantitos.

JAMÁS PASARÁ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora