Capítulo 5

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— Mamá, te dije que no quería fiesta.

Ya se había terminado la cena, estábamos mi madre y yo hablando en la sala, mi madre les dijo que no se acercaran, que quería hablar conmigo a solas.

— Hija, no todos los días tienes dieciséis, además que nunca has querido una fiesta.

— De acuerdo, pero yo haré la lista de invitados.

Mi madre sonrió, pero fue una sonrisa más culpable.

— Hija, es mañana, envié las invitaciones hace una semana.

Eso si que era un golpe bajo. ¡Era mi fiesta de cumpleaños!, yo tendría que decidir mínimo quien quería que fuera.

— De acuerdo, pero solo con que no hayas invitado a Romina.

Mi madre volvió a sonreír de la misma manera que lo había hecho hace un par de segundos.

Eso quería decir que si la había invitado.

A mi peor enemiga.

— Madre, ¿Por qué lo has hecho?, sabes que la odio y ella a mí.

— Hija, su país es uno de nuestros más grandes aliados.

Rodeé los ojos, me paré en seco y caminé hasta la inmensa chimenea del centro, mi madre se posó atrás de mí, me dio un gran abrazo desde atrás. Mi madre no era muy cariñosa con nosotros, pero en esos pequeños momento donde lo era, hacía que mi corazón se derritiera, puse mis brazos sobre los suyos aceptando el abrazo.

— De acuerdo, pero no pienses que le voy a hablar, es una perr... — No pude terminar la palabra ya que mi madre se me quedo viendo, ella creía que las princesas no dicen maldiciones — Bueno ya sabes, así que no quiero que me exijas que hable con ella.

— Muy bien.

— Pero si no me dejaste ver quien venía a mi fiesta, quiero invitar a Emma y no como empleada, sino que pueda disfrutar la fiesta conmigo.

Pude sentir como madre se tensaba, sé que ella solo la veía como una empleada más, pero para mí era como una hermana más.

— Pero ella es del servicio.

— Es mi amiga y lo sabes. Si no va Em, no voy. — La mire directo a sus ojos, ella se dio por vencida y me sonrió.

— De acuerdo, solo dile que se vista bien.

En eso se retiró de la sala dejándome sola en aquella enorme sala. Subí las escaleras, entre a mi cuarto, me senté en la cama y toqué el botón para que Emma viniera inmediatamente.

En unos segundos alguien toco la puerta, me pare y le abrí, Em estaba en pijama y en pantuflas. De seguro estaba apunto de acostarse y yo la había despertado.

— Lo lamento no quería molestarte.

— Sabes que es mi deber como amiga y como doncella. Pero ya suelta la sopa para qué soy buena. —Dijo mientras entraba a mi habitación, cuando entró, cerré la puerta.

— Mañana va a ser mi baile... — Antes de que terminara la frase, Em me interrumpió.

— Oh, quieres ver cual vestido usar, mira podrías usar estos. — Dijo acercándose al ropero.

Yo la detuve, ella se me quedó viendo.

— Es porque, mi madre me dio permiso de que estuvieras en el baile.

Creí que se iba a desmayar, se puso muy pálida, más pálida de lo normal. Me acerqué a ella, para que se equilibrará conmigo, la arrastré hasta la cama, donde se quedó viendo el piso.

Princesa Ellie (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora