Child's Play [Larry Stylinson] ©

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Me pareció que me lo había estado rumiando muchas horas cuando en realidad había sido cuestión de segundos.

- No quiero que seas mi esclavo, Harry. — Pronuncié, ahogándome con el propio aire de mis pulmones.

Sus ojos dejaron de divagar mis labios para poder posarse en los míos.

- ¿Y que quieres?

Me pareció una pregunta tan sincera y sumisa que, por un momento, todos los últimos años de mi vida desaparecieron. Volvimos α estar bajo el roble, bajo la luz de las estrellas y con la tierna edad de 15 y 16 años.
Harry llevaba una camisa cara y pulida llena de botones y arreglos que parecían de todo menos cómodos, y yo, embutido en un trapo viejo y sucio, deseaba poder intercambiárselo para que su blanca y tierna fisonomía no sufriera daño alguno.

Pero eso ya no existía.

El tiempo era intocable y cruel.

Y en ese momento sentía que tenía el poder de clonarlo y manejar los escenarios para viajar en él.

- Quiero... — Y me lo pensé. Realmente lo hice. —. Deseo volver α pertenecernos una noche más.

No hizo falta que añadiera detalle alguno.

Su rostro volvió α estar α centímetros del mío, pero, besarnos, no era exactamente lo que tenía Harry en mente.

Lo primero que sentí fue su suave agarre, y después las cosas empezaron α ir α una velocidad más notaria.

Pasamos por delante de lo que supuse que eran los dormitorios de las otras personas importantes que residían en el castillo, y mentiría si dijera que no traté de hacer el menor ruido posible.

Por un momento pensé en qué iba α pasar si alguien nos veía, y luego llegó α mi mente la pregunta que menos quería cuestionarme α mi mismo: ¿Estaba bien lo que estaba haciendo? ¿Estaba perdonando α Harry? ¿Había realmente algo que perdonar?
Claro que sí. Me había pasado media vida guardándole un increíble rencor por haberme dañado, pero nada de eso iba α hacerme feliz.

Era mejor así.

Íbamos α poder despedirnos de verdad.

¿Por qué era eso, no? Una despedida.

Agradecí mentalmente llegar α los aposentos de Harry, porque sentía que estaba empezando α pensarlo demasiado.

Hice una mueca, tratando de borrar toda esa mierda de mi cabeza. No iba α permitirlo. Mi omega y yo nos merecíamos ser felices otra vez. Porque, la realidad, y nunca lo había pensado de esa forma, era que con Harry las cosas pesaban menos. Carecían de importancia.

No me di cuenta de que me había estado observando en silencio todo este tiempo, ceñudo.

Harry carraspeó.

- Si te arrepientes... — Empezó.

Fruncí el ceño α más no poder.

Dios, ¿Este era el hombre que había acuchillado la mano de mi amigo?

- Claro que no. — Repuse, algo α la defensiva.

Traté de abrir la puerta, pero esta estaba bajo llave.

Su mano, grande y fuerte, se posó firmemente encima de la madera, acorralándome solo con el fin de que lo mirase de una vez por todas.

- No quiero obligarte α nada, Louis. — Argumentó con una voz ronca que me puso los pelos de punta.

- No lo estás haciendo.

Asintió lentamente.

De repente, su mirada se endureció.