xvɪɪ

172 26 6
                                    

Los ojos de Harry recorrieron todo el lugar con determinación hasta que se hubieron hundido en mi. Sus facciones se endurecieron rápidamente.

- ¿Qué hace aquí? — Cuestionó demandante.

Me vi incapaz de percibir su olor.

El gusto de sangre era notario en mi boca; las manos me dolían y estaba luchando con todo pronóstico de ponerme α llorar.

Ni de coña.

Había perdido mucho, pero era inviable.

Los hombres se echaron una rápida mirada que no fui capaz de leer antes de que uno decidiera hablar:

- El rey...

Harry gruñó.

- Cállate — Miró α su alrededor y soltó un bufido corto. —. Ya me encargo yo.

Y dicho eso empezó α encaminarse hacia mi.

Dudé de la capacidad mental de uno de los guardias cuando se encaró en medio del camino que estaba formando hacia mi persona.

- Su señoría me ha mandado α mí. — Aclaró, demandante.

Pobre cosita.

Harry le mandó tal mirada que hizo que este retrocediera como si de un disparo se tratase.

- Zayn puede irse α la mierda. Te he ordenado algo; no me obligues α hacerlo α la fuerza.

No añadieron nada más.

Agaché la cabeza, ya que no fui capaz de mirarle α la cara.

Mi humillación iba aumentando por momentos.

Me sorprendió cuando noté que mis manos habían sido liberadas.

El rizado ni siquiera me tocó cuando me obligó α caminar hacia la salida, cosa que yo hice en un auténtico silencio de derrota bajo la atenta mirada de todos.

Unos minutos después estábamos lo suficientemente lejos para que yo dejara de oler todo ese aroma α sangre y miedo de la habitación donde me habían llevado.

Y aunque me prometí no volverle α dedicarle ni una sola palabra, me vi obligado α hacerlo:

- ¿Ha sido coincidencia? — Me mordí la lengua. Ni siquiera sabía que quería decir con eso.

Me sentía estupido; y todo el cuerpo me latía de dolor.

Y cuando pensé que él no diría nada, otra vez más logró sorprenderme:

- Te he olido. — Dijo cortante.

Decidí no cuestionarme eso.

Unos pasos más y pude reconocer α dónde estaba guiándome.

Me paré en seco, con el corazón desenfrenado.

- No.

Harry me miró por primera vez ese día.

- ¿Qué?

Negué, algo avergonzado.

- No quiero ir α la celda. — Repuse.

Una sonrisa seca invadió su rostro.

- ¿Y te crees en el poder de mandármelo?

Estaba demasiado cansado hasta para reiterarle eso.

Pedante.

Mis ojos aterrizaron encima de las botas negras de Harry. Estaban gastadas y llenas de tierra.

Child's Play [Larry Stylinson] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora