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Me desperté sobresaltado, sudando. Incluso me di cuenta de que, en sueños — Esos extraños y, preocupantemente, cada vez más recurrentes sueños —,   había logrado quitarme la camisa.

Fruncí el ceño.

Y para cuando comprendí que me pasaba, un miedo aterrador cruzó mi cuerpo.

Genial.

Α mi lado, se escuchó un estruendo. Niall estaba recogiendo algo en una bolsa de color marrón.

- Dios mío — Musité, sintiéndo como un sudor frío me bajaba por la espalda. —. Era... es hoy. Te vas.

No me lo podía creer; ni aunque lo pronunciara en voz alta.

Niall simplemente me miró e hizo una mueca. Pareció oler algo en el aire, y su rostro se convirtió en uno de total sorpresa y horror.

Le corté rápidamente:

- No — Negué. —. Da igual. Estaré bien. Eres tú el que se va α ir α ese infierno; deja de preocuparte por mí.

Un carraspeó interrumpió mis palabras.

Un alfa robusto y de piel bronzeada escupió una risa.  Tenía muchos tatuajes y una cabeza totalmente calva.

- ¿Infierno? — Preguntó, abriendo las puertas de la celda con la ayuda de una llave de hierro que portaba en su bolsillo. —. Tu amigo va α estar de puta madre con nosotros; eres tú quién debería de estar con el culo bien apretado.

Bien; iba α morir.
Era mala idea ser un omega y exponerse α un alfa desconocido.
En otra ocasión ya habría soltado algún comentario como: "¿Y quién coño eres tú, imbecil?" o "No te metas en conversaciones ajenas."
Pero me encontraba tan ansioso, triste, cansado y revoltoso que solo pude ladear imperceptiblemente la cabeza.

- Para empezar — Dijo él, utilizando la voz más ronca que había oído nunca. Más que la de  Harry. —. El que estará en un infierno eres tú, no él. En el frente somos todos como hermanos; hay mucha variedad y diversidad. Blancos, negros, betas, omegas, alfas... y todos nos tratamos con respeto, ya que nunca sabemos cuándo nos vamos α necesitar. En cambio, aquí las cosas son un poco distintas. No puedo ni imaginarme como debes de sentirte al ser un prisionero blanco α punto de entrar en celo — Se mofó. Olió un poco más el aire, hinchando su barriga super fuerte y atlética. —. Y, además, Omega.

Me puse pálido. Lo tenía claro. Si ese trozo de cabeza de corcho había sido capaz de olerlo; no había nada que impidiera α los alfas más fuertes α hacerlo.
No tenía mis supresores; no tenía nada.

Mis celos solían ser largos pero fáciles de pasar; nunca había requerido de la atención de un alfa, ya que me podía bastar conmigo mismo. Solía ser más fácil con mis pastillas, ya que antes de que me viniera me hacía daño, pero era tolerable; lo que me daba miedo era como se lo tomarían los lobos de aquí. No era un secreto que yo solía soltar muchísimo olor.

Bufé, secándome la frente con el dobladillo de la camisa. Ahora, aparte de oler α mierda porque no me duchaba en días; olería α hormonas.

Genial.

Simplemente estupendo.

Niall se puso aparentemente nervioso.

- No puedo dejarte aquí. — Se alteró.

Simplemente negué con la cabeza, sintiendo como el celo se apoderaba cada vez más de mi cuerpo.

- ¡Tú te vienes conmigo, Louis! — Exigió Niall.

Child's Play [Larry Stylinson] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora