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- Es como un gato, pero un poco más grande. — Insistió.

- No sé en la tuya, pero los gatos que hay en mi tierra no me arrancarían la cabeza de un zarpazo.

Escupió una risa traicionera.

- No lo harían porque no poseen la suficiente fuerza; pero seguro que lo desean.

Después de hablar en el baño, propuso enseñarme α sus felinos. Aseguraba que eran sus únicos acompañantes en Straggrid, así que se pasaba todo el día en la arena. Al parecer, su esposo era quién entrenaba α los leones para las justas, también α los soldados y  guerreros del reino.

Uno de ellos se me acercó, y yo di un tumbo hacía atrás. Pude reconocerlo. Era el que casi se hizo un collar de perlas con mis dientes.

- Oh, no; ese sí que no se me acerca. — Dictaminé.

Rodó sus preciosos ojos azules. Al parecer, era algo que solía hacer muy α menudo.

- ¡Vamos! No sabía que fueras tan miedica.

Por un momento, mis ojos fueron α parar al manojo de herramientas que había en el suelo. Lo olvidé completamente. Fue llegar ella y...

Entrecerré ligeramente el ceño.

- Oye.

- ¿Mhm? — Contestó, totalmente concentrada en hacerle trencitas α "el bueno de Tirante". —. ¿No estarás cambiando de tema para que me olvide de que tienes que acariciarlos, verdad?

Me reí.

- No es eso. ¿Te has dado cuenta de que no sé como te llamas, y viceversa?

Supe que había captado toda su atención cuando levantó la cabeza, sonriente.

- Tienes razón. Ni lo había pensado.

Se hundió de hombros.

- ¿Y ya está?

- ¿El qué? — Cuestionó.

Solté una risita estúpida, confundido.

- ¿No vas α preguntarme como me llamo?

Se encogió de hombros.

- Es más emocionante si no lo sabemos. — Respondió, otra vez ensimismada en el pelo de esa rata gigante.

- ¡Allen!  — Gritó alguien.

Ambos nos dimos la vuelta, exaltados.

Subí ambas cejas, vacilante.

- Allen — Pronuncié con lentitud. —. Es un nombre bonito.

Pero la pelirroja estaba más seria de lo normal. No me miró en ningún momento.

- Genial. — Roncó.

El mismo hombre que golpeó en la cabeza α Niall — Creí recordar que se llamaba Larry — apareció casi de la nada, aún conservaba marcas en el rostro. Cuando me vio al lado de la damisela, casi siento mi cuello quebrar por la fuerza monumental de odio que poseía su mirada.

- Señorita, ¿Qué hace en compañía de este indeseable?

La verdad es que eso ni siquiera me ofendió, lo que si lo hizo fue que los leones ni siquiera  le gruñeran minimamente. ¿Esos bichos sólo me odiaban α mí?

Child's Play [Larry Stylinson] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora