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Cuando me desperté la mañana siguiente estaba físicamente destrozado por haber estado limpiando todo el desperdicio que esos críos armaron.
La rutina empezaba α agotarme.
Es cierto que en Untoine solo me dedicaba α trabajar y α cuidar de mis hermanas, pero era precisamente eso lo que me gustaba.
Estar con ellas.

Ahora sentía un vacío al no poder escuchar sus voces, o al pensar que quizás estaban asustadas y muy confundidas. Puede que ni siquiera supieran dónde estaba. ¿Y si pensaba que me había muerto?

Me llevé una mano al pecho, palpándolo; el corazón me estaba yendo muy rápido.

Dios, me sentía un completo gilipollas.

Estos días ni siquiera había pensado mucho en ellas por el simple hecho de que estaba muy ocupado tratando de no perder la calma.

Necesitaba verlas, pero desconocía el modo.

Yo era su hermano mayor; lo único que tenían.

Eramos todos omegas, algo bastante anormal, y siempre habían requerido de mi asistencia para ser cuidadas.

Algo extraño, pero nunca llegué α hacer la vida que haría un omega de verdad; había aprendido α sobrevivir.

Al medio día estaba en la sala de espejos, fregando sin ganas uno de inmenso que había en el medio.

Me sentía patético.

¿Para qué quería el rey tantos espejos?

Sabía que era egocéntrico, pero eso ya rallaba la locura.

De verdad que mi interior gritaba con fuerza submergir mis dedos en ellos y dejar muchísimas dedadas. Pero no quería ganarme un ojo morado por esa estupidez.

Un señor con aspecto viejo y cansado se encontraba "vigilándome" en la esquina.

¿Qué iba α hacer? ¿Romper uno y cortarme las venas con los pedazos?

Bufé.

Solo por dejar manchas de sangre en esa limpia y acolchada alfombra valdría la pena.

Y no estaba exagerando.

Literalmente me habían obligado α quitarme los zapatos para pisarla.

- ¿De verdad que no te parece preocupantemente estúpido? — Pregunté en voz clara y fuerte para que pudiese oírme en esa inmensa habitación.

Le oí bufar, dramático y exasperado.

Sonreí ligeramente.

Le había estado incordiando todo el rato.

Parecía odiarme tan sumamente α mí, y α los blancos, que la situación no podría causarme más gracia.

- Un comentario más, imbécil, uno más y te doy con la maldita porra en la cabeza. No quiero oírte más.

Me mordí el labio inferior, viendo como me ponía perdido del jabón que había en el cubo.

- Al menos voy α dejar de oler α suciedad y α muerto. En serio, ¿Cuánto hace que no limpiáis las celdas?

Casi soltó un gruñido lastimero.

- ¿Por qué aun no te han matado?

Me hundí de hombros.

- Soy un hombre de muchos recursos.

- Eso significa que se la está chupando α alguien, que no te engañe, Evan.

Di un brinco, atento α cualquier amenaza desconocida.

Me sentí un completo fracaso como lobo.

Child's Play [Larry Stylinson] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora