Child's Play [Larry Stylinson] ©

xxv

Mi mente trataba de frenarme incesantemente mientras recorría el frío sendero el cual me llevaría a ese viejo roble blanco. Olía a niebla y a azufre. También α tierra mojada.
Tragué fuerte cuando vi esa silueta encajada en una americana con todas esas nubes α su al rededor.

El chaval me lo había pedido y yo había accedido.

Un lobo negro desconocido me había rogado mi amistad y yo le había dicho que sí.

¿En qué mundo?

Si mis padres supieran porque razón me había levantado tan temprano ese sábado... Era el único día que no trabajaba para el reino, y lo malgastaba ayudando α alguien que no daría nada por mí.

Me detuve α unos metros.

¿Cómo se llamaba? ¿Henry?

Fruncí el ceño.

¿Por qué razón había accedido α eso?

Carraspeé varias veces, incómodo.

Por un momento, me sentí sumamente extraño. No supe que hacer con los brazos, y ni siquiera α dónde mirar. Desconocía α qué me iba α llevar toda esa movida del alfa negro, pero, de algún modo, eso era divertido.

Nunca antes había estado tan cerca de uno.

Y entonces, el chico se giró.

Bueno.

Sonrisa.

Hoyuelos.

No me había dado cuenta de eso y tampoco me lo esperaba.

- Llegas tarde. — Dijo.

- Ya. — Reconocí.

Se instauró un silencio incómodo el cual deduje que tendríamos en el mismísimo momento que nos encontráramos.

- ¿Te has escapado? — Preguntó, aún con una suave sonrisa en sus labios.

- Obviamente, — Le dediqué una sonrisa absurda, algo más tranquilo. Parecía bastante indefenso. — ¿Alguien sabe que estás aquí conmigo?

Puso una mueca extraña.

- No. — Contestó con rapidez.

Decidí creerle, raramente.

⚔️ ⚔️ ⚔️

Mi frente estaba pegada al sofá roñoso de la pequeña sala. Solté algunos gemidos lastimeros cuando el clímax llegó α su fin, y noté como Harry se desplomó encima de mí.

Dos semanas.

Llevábamos esa cantidad de tiempo fornicando como animales cada día y, también, peleándonos como siempre cuando algo no iba bien. De echo, antes de llegar α ese extremo, habíamos reñido por que hice algo tan sencillo como insultar α sus leones. Me fascinaba lo frívolo y a la vez dramático que era ese chico.

Noté como el nudo se hizo más grande dentro de mí, y solo pude cerrar los ojos con fuerza. Los brazos de Harry me rodearon la cintura de nuevo, y empezó α hacer leves rotaciones con sus dedos encima de mi piel erizada.

Cogí un poco de aire, cauteloso.

No era la primera vez que Harry me tocaba con tanto cariño; casi como lo hace un alfa α su omega.

Me había dado cuenta hacía algunos días, pero no había querido cuestionar nada.

No tenía muy claro si realmente quería que parara.