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La primera copa la disfruté con plena gratitud, maravillado. La segunda me la bebí un poco más rápido, aún sintiéndo que era la mismísima ambrosía de los dioses. Para la cuarta, el vino pasaba por mi garganta como agua.

Niall y Sergio se encontraban interpretando una de las canciones más típicas de Untoine, copa en mano.

Yo me reía α pleno pulmón, aún sin entender que era lo que me causaba tanta gracia; había visto interpretar α Niall esa canción cientos de veces.

- Entonces... ¿Trato hecho?— Preguntó Bayron, el cual se encontraba sentado α mi lado.

Estaba claro que lo haríamos.

Las cosas tenían que cambiar, ¿Y qué mejor que una revolución? Nos contaron que aún no eran muchos; pero no iban α acobardarse.

Puede que mi estado de embriaguez y mi plena rabia al reino fuese lo que me dio el empujón α aceptar.

Le tendí la mano, dándole α entender que me la estrechara; y eso hizo.

- Prometido.

Negó con la cabeza, sonriente.

- Espero que tus promesas valgan oro, Tomlinson...

Eso consiguió contagiarme su sonrisa.

- Créeme; lo hacen.

De repente, Armin, quién ya ni siquiera podía sostenerse en pie, saltó encima de la mesa, tirando la tercera copa de vino abierta al suelo con desprecio.

Se llevó una mano al pecho, encima del corazón, y con la otra formó un puño. Ese saludo era el del rey; significaba piedad y lealtad.

- ¡Por los blancos!

Ni siquiera supimos como reaccionar; si alguien del castillo viese como tomaba el saludo en vano, no dudaría en matarlo. Niall fue el primero en conducir sus manos al mismo lugar que él, finalmente, todos nos sumamos.

- ¡Por los blancos! — Gritamos al unísono.

Nos miramos con valentía y excitación, nuestros pechos subiendo y bajando de una manera anormal; como si hubiésemos estado labrando el campo por cinco horas seguidas.

Bayron me miró, alzando una ceja. Por un momento, sentí una sensación de familiaridad. Fue extraño,  como si una especie de ola caliente se revolviera dentro de mi estómago. De alguna manera, ese hombre tenía un cierto parecido α mi padre.

- Por un cambio. — Dictaminé, alzando la voz.

Él sonrió.

- Por un mundo sin restricciones.

Sus ojos azules se achinaron. Llevó una mano α mi pelo y me lo revolvió, causando que yo cerrara los ojos. Aunque odiase que me tocaran el cuero cabelludo, mi sangre intoxicada se lo permitió.

Un ruido sordo y su mano deslizándose, desordenada y sin fuerza, por mi cara, provocó que abriera los ojos.

Lo primero que vi fue α un Niall muy quieto, con los ojos fijos en algún punto detrás de mí. Sergio sonrió con sorna y empezó α reírse como un histérico. Bayron estaba α mi lado, con una fecha clavada en el pecho. Enmudecí. Quise arrodillarme para socorrerle, pero Niall me envió una mirada encriptada, reflejando temor por esas orbes azuladas.

- ¡Hombre, tenemos invitados! — Saltó de la mesa, y yo lo seguí con la mirada hasta dar totalmente la vuelta. Todo el alcohol ingerido pareció agruparse en mi garganta, porqué sentí unas inmensas ganas de vomitar. — ¿Una copita, chicos?

Child's Play [Larry Stylinson] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora