1 Hasta que Rachel abrió la boca

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Después de todos los problemas que pasamos el verano pasado por fin parece que las cosas serán tranquilas en el campamento mestizo.

Visitamos Nueva Roma a finales del verano pasado, Annabeth y yo....bueno, fuimos a considerar una vida ahí mas que a vacacionar y conocer el lado romano con nuestros amigos.

No me malentiendan, el campamento mestizo es nuestro hogar, pero estamos cerca de ir a la universidad y necesitábamos considerar una opción mas segura para nosotros que estudiar en el mundo mortal. 

Mi madre me mataría si le dijera que no iría a la universidad.

Nueva Roma nos ofrece eso, hablamos con Reyna y me ofrece mi antiguo puesto de líder de cohorte y a Annabeth un puesto en su consejo de guerra además de lugares para ir a la universidad de Nueva Roma y una casa para nosotros.

Pero aun no estamos listos para partir, Annabeth regresó motivada y decidida a hacer que el Campamento cambiara para mejor.
Reunió a todos sus hermanos y se encerraron en la cabaña 6 por casi una semana.

No salieron durante días, ni siquiera para las comidas y mucho menos dejaban que alguien entrara.
Pero....
Tuvieron que dejarme entrar cuando amenacé con inundar la cabaña después de cinco minutos de esperar en la puerta.
Jamás dejare que Annabeth salga de mi vista de nuevo, después de todo lo que pasó.


JAMÁS

Me dejaron entrar con la condición de que me quedara en un rincón de la cabaña en silencio y callado.

No fue fácil, nada fácil.
Pero pude ver algunos secretos de la cabaña Atenea, como cuando Annabeth colocó su mano en un panel en la pared junto a su antigua cama y toda la cabaña cambió.

Las camas se hundieron literalmente en el piso para dejar paso a casi 20 mesas de trabajo, varios estantes con materiales de dibujo, reglas, escuadras, lápices de todo tipo y en la mesa central había pizarrones y tableros además de lámparas especiales.
En la esquina donde yo estaba había una pequeña sala, y una mesa con una enorme cafetera.

Los chicos se pusieron a trabajar como hormigas perfectamente organizadas. Jamás había visto a Annabeth así, su semblante cambió y un brillo plateado la rodeaba al igual que a Malcom, la bendición de Atenea.

El plan consistía en ampliar el campamento mestizo, mejorarlo.
-No sólo un campamento de verano-. Era el nuevo mantra de los chicos de Atenea.

Las cabañas estaban siendo remodeladas, la arena y el comedor modernizados con ayuda de Leo y la cabaña Hefesto.

Estábamos construyendo salones estudio. Los chicos de cada cabaña enseñarían a los demás para estar mejor preparados en cada área, los de Atenea se encargarían de áreas como matemáticas e historia, Leo y sus hermanos sobre estructuras y herramientas, Ares se encargaría de mejorar los entrenamientos y tenernos a todos en forma. Incluso teníamos un acuerdo firmado con Nueva Roma para los campistas mayores que quisieran empleos y ayuda financiera si querían establecerse en el mundo mortal o vivir en Nueva Roma.

Aunque la visión de Annabeth llegaba al punto de querer construir un área residencial para los que quisieran quedarse a vivir en el campamento. Eso era algo a largo plazo, involucraba pedir a los dioses ampliar los terrenos del campamento y hasta el momento ninguno había hecho nada por ayudarnos con nuestro nuevo proyecto mas que los brillos que envolvían a algunos campistas.

Todo parecía perfecto no?

Nosotros creíamos lo mismo hasta esa noche, esa maldita noche en que nos reunimos para inaugurar el nuevo comedor.
los contornos al comedor tenía hogueras sobre bases de bronce celestial cada uno con el símbolo de un dios para hacer nuestras ofrendas y el brillo de las llamas sobre los pisos de mármol nos hacía sentir poderosos, un ambiente de poder y gloria se extendió y nos contagió a todos en cuanto Leo encendió el fuego.

El campamento mestizo estaba adquiriendo la antigua gloria de la que gozaban las polis griegas, lo mejor era que también mejoraba la calidad de vida de los semidioses y nuestro futuro.

Justo después de que todos cenamos nos sentamos alrededor de la fogata principal, Annabeth y sus hermanos diseñaron gradas que descendían hasta la fogata y la rodeaban evocando los teatros griegos asentados en las faldas de las colinas.

Nos sentíamos como guerreros llenos de orgullo y espíritu, eso se reflejó desde que pisamos el comedor nuestras posturas y semblantes cambiaron, nos mostrábamos serios, erguidos, orgullosos de ser lo que somos.
Semidioses.

Hasta que Rachel abrió la boca.


Percabeth....ya no quiero pelearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora