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-¡ANNABETH!-. Solo una vez había experimentado esa clase de pánico y fue cuando la vi ser jalada hacia el Tártaro, en ese momento creí que la perdería.

Mi primer instinto fue utilizar mis poderes para eliminar el agua de sus pulmones pero no funcionaba, sentí la misma sensación que tenía estando en el lago, el agua no se sentía como agua, parecía como si intentara controlar arena seca.

El pánico se apoderó por completo de mi mientras mi cabeza intentaba entender lo que estaba pasando.

Traté de controlarme y puse mis manos en su pecho y apliqué presión.

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Apretando su nariz soplé oxígeno en su boca implorándole a los dioses  su ayuda.

De nuevo

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 -Annabeth... por favor-. Dije antes de soplar de nuevo.

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Ella no se movía

-Por favor...

Coloqué mi cabeza en su pecho buscando alguna señal de vida mientras sentía  lagrimas caer por mis mejillas.

-Por favor...

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Cuando estaba por  soplar de nuevo sentí su pecho arquearse y ella comenzó a toser expulsando el agua que había tragado.

-¡Annabeth!-

-¡Per...cy!-. La ayudé a sentarse e intenté secarnos pero de nuevo el agua no me respondió.

-Tranquila Annabeth estoy bien, tranquila. Estamos bien-. Dije al tiempo que ella se derrumbaba en mi regazo y comenzaba a llorar.

No sabía porque  lloraba de esa manera, al principio pensé que era debido a lo que acababa de pasar pero por la manera en que su cuerpo se sacudía y se aferraba a  mi comprendí que había otra razón.

-Annabeth... hey... tranquila-.

-Lo... siento Per...cy... lo siento-. Dijo sin levantar su mirada hacia mi.

-¿De que hablas? Nos salvaste-.

-Si...pero..- Levanté su rostro sujetando su barbilla, tenía que entender a que se refería, cuando vi sus ojos llenos de miedo entendí que era algo muy malo.

Demonios

-Dilo Annabeth. Lo que sea ... lo resolveremos juntos-.

-Percy... no es sencillo es..

-Dime

-Mira donde estamos-. 


Desde que abrí los ojos había ignorado por completo el lugar donde nos encontrábamos, lo único en lo que me había mantenido ocupado era en mantenerla con vida.

Pero ahora me daba cuenta de que ya no estábamos en el campamento, parecía un túnel o un pasillo muy oscuro, la única fuente de luz eran unos extraños símbolos grabados en las paredes que destellaban con un brillo extraño.

Annabeth se levantó apoyándose en mi y no dejaba de aferrarme, estaba claro que tenía miedo de estar ahí.

Porque?

-Percy... apenas le presté atención cuando susurró mi nombre, uno de los símbolos había llamado mi atención, era una especie de triangulo, se parecía a la marca de...

-Imposible-. Dije perdiendo el aliento.

-Estamos en el laberinto Percy-. Sujeté a Annabeth con fuerza mientras buscaba en mi bolsillo a Riptide. Para mi sorpresa ella detuvo mi mano cuando estaba por quitarle la tapa, tomó mi rostro con la otra mano y me besó.

Cuando se separó sus ojos se llenaron de lagrimas de nuevo.

-Este es el lugar viviente-.

Y el guerrero dorado se alzará si el lugar viviente se oculta  

-Pero...

-Y esta unido a mi-. Dijo moviendo el brazalete que compartía con Clarisse de su muñeca.

Ahí estaba, la marca de Dédalo grabada en su piel.

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NOTA: Fin del maratón pero muy buen final. 

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Percabeth....ya no quiero pelearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora