Win no podía decir que su relación amorosa comenzó como un cuento de hadas. No existió esa chispa y nadie desapareció alrededor.
Si es honesto. Al inicio su pareja dio el noventa de cien para impulsarlo todo, para conquistarlo y que poco a poco gan...
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Cada palabra hizo eco en su cabeza. Acepta que su papá tiene razón y le costó mucho hacerle prometer que no le diría nada a su padre respecto a su situación. Su padre... El tan solo pensar cómo podría reaccionar por el puro instinto de protegerlo, lo asusta.
Suspira repetidas veces y se muerde la uña del pulgar. El sábado Nani había llegado pasadas las cinco de la mañana.
Se despertó como a las diez de la mañana y al salir de la habitación para preparar el desayuno, él ya estaba bañado y listo. El día anterior, Namm se había ido a la casa de sus abuelos. Gulf sabía que Nani y su hijo debían hablar, pero no podía arriesgarse a que el pequeño presenciara una conversación que podría escalar a una riña escandalosa.
Win tenía la taza de café ya casi fría entre sus manos, sorbiéndolo a traguitos. Ni siquiera quería café, pero estaba tan distraído.
— Cada vez llegas más tarde a casa —. Lanzó el comentario sin ninguna pizca de amabilidad — ¿Acaso comenzarás a dormir fuera de forma recurrente? — pregunta — podrías pagarme una cuota por dejarte dormir en mi cama de vez en cuando.
Nani entre abre la boca sin poder creer lo que Win menciona. Chista con burla y tira de la silla del comedor provocando que las patas hagan ruido al arrastrarse.
— Estaba trabajando, Win, ¿no te parece exagerado tu comentario?
— ¿Exagerado? — espeta con sorna.
Win bebe más de su café mientras los dedos de su mano libre tamborean en la madera de la mesa.
— Sí, exagerado. ¿Puedes calmarte? Es demasiado temprano para discutir, es obvio que las cuentas no se pagan solas y tu auto tampoco — menciona —. Ahora se útil para algo y dame café, ¿quieres? Me duele la cabeza.
A estas alturas. Win ya no se sorprende del tipo de persona que es Nani. Todavía tiene el descaro de mencionar pagos que jamás ha realizado. Sabe que en algún lugar muy profundo de su corazón, existe el chico que conoció en preparatoria. Pero de ese tipo al de hoy, hay tanto de distancia...
— Tienes manos, Nani, y el café está en la cafetera.
El azabache apretó los labios cuando no vio intención de moverse al joven pelirrojo. Abre la gaveta para sacar la taza y azota la puerta a propósito al cerrarla. De mala gana, saca el recipiente de la cafetera y se sirve el café.
Win ríe cuando ve sus ojos tan cargados de ira como si estuviera a punto de explotar.
— Detesto, cuando te portas así de berrinchudo, ya no te queda a esta edad.
— ¿Berrinchudo? ¿Yo? — Finge sentirse indignado. — De acuerdo, no haré más berrinche.
