Win no podía decir que su relación amorosa comenzó como un cuento de hadas. No existió esa chispa y nadie desapareció alrededor.
Si es honesto. Al inicio su pareja dio el noventa de cien para impulsarlo todo, para conquistarlo y que poco a poco gan...
La ansiedad le carcome cada centímetro. No puede sacar de su mente la preciosa imagen de Metawin, tampoco puede evitar sentir rencor tras el constante eco de esas palabras resonando en su memoria: — "Mi novio" Lo llamó. No hay forma de que sea posible. No puede olvidar sus sentimientos por el tan fácil.
Si pide perdón, si se arrodilla... ¿Podría recuperarlo?
Volver a verlo tan magnifico, tan... perfecto, le recordó de golpe por que lucho tanto para tenerlo.
Había llegado a casa esa noche, y más allá de discutir con Dew por su nada disimulada actitud, cayó de nuevo, termino enredándose en una guerra caliente, llena de gemidos y sudor. Es un hijo de puta, lo sabe pero todo lo que tenía con Dew era sexual, mucho de ese deseo, mucho de esa mierda qué lo volvía un animal... Pero con Metawin... Con el sentía que tenía algo profundo, mucho más profundo y más cálido.
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Es sábado por la mañana. Siente que es su día de suerte porque no tendrían que ir a la oficina, y no tendría que enfrentarse a la nueva pareja de su... de Win. No estaba listo para ser educado y para fingir qué no quiere indagar en que tan profunda es su relación. Suspiro intentando sacudir sus pensamientos mientras observa el techo blanco de su habitación.
Su teléfono vibra, danzando sobre la mesa, sacándolo de sus pensamientos. Lo toma y contesta la llamada que aparece en la pantalla, retirando el brazo que se encontraba debajo del cuello de Dew. Lo siente entumecido pero le resta importancia mientras se levanta levanta con cuidado de la cama y responde en voz baja:
— ¿Si?
— Buenos días Nani, discúlpame si te desperté — se lamenta la persona al otro lado de la línea.
— Buenos días Del, no te preocupes ya estaba despierto, ¿sucede algo?
— Sí, —admite —necesito un favor, ¿crees que puedas ayudarme?
La chica pregunta con vergüenza. Nani respira pero intenta mejorar su humor, quizá algo de trabajo evite que tenga pensamientos estúpidos.
— Claro, ¿de qué se trata?
— ¿Recuerdas los papeles que te entregué ayer por que debes llevarlos temprano con el señor Weerayut?
— Si, aquí los tengo, ¿quieres que te los lleve? — pregunto.
— No, no — hace una pausa corta — falta la firma de uno de nuestros jefes, lo llame hace un momento pidiendo si podía firmarlas y me paso su dirección pero su residencia queda cerca de la tuya ¿crees que puedas hacerme ese favor? Siento que sería innecesario ir personalmente por los documentos, llevarlos a firmar y devolvertelos.
— Tienes razón. Puedo ir ahora mismo si lo requieres.
— ¡Dios, si! ¡Gracias! ¡Te debo una cena! — exclamó la chica. — Te invitare el lunes.
