Win no podía decir que su relación amorosa comenzó como un cuento de hadas. No existió esa chispa y nadie desapareció alrededor.
Si es honesto. Al inicio su pareja dio el noventa de cien para impulsarlo todo, para conquistarlo y que poco a poco gan...
— ¿Estás seguro? —cuestionó viendo meticulosamente la pieza.
El sonido del teclado siendo golpeado con frenesí resonaba pese a las risas y las hojas esparcidas en la mesa no pasaban desapercibidas. Namm y Bright se encontraban en un nuevo reto de la semana, un rompecabezas ridículamente grande con piezas de tamaño mediano; llevaban horas discutiendo sobre qué pieza va y cuál no. Por su parte, Win había llevado todo el trabajo a casa. Jennie se había preocupado por la situación y lo mandó a casa para prepararse. Se enfrentaría a Luke la próxima semana.
Y pese a los esfuerzos de su adorable jefa, Win arrastró todos sus pendientes con él.
— ¿Está bien así? —preguntaba Bright.
— Sí, sí, luce mucho mejor —dijo el menor mientras veía de reojo el rostro orgulloso del mayor.
— Umh, quiero decirles algo... —el menor tenía sus mejillas sonrojadas.
Win desvió su vista del ordenador y giró para ver a su pequeño hijo, mientras Bright se retiraba las gafas y las colocaba encima de las piezas.
— ¿Sucede algo, cariño? —preguntó Win con notoria preocupación
Namm negó con la cabeza, recargándose en el sofá detrás de él.
— Fong cumple años mañana —suspiró—; quería saber si... ¿puedo comprarle un pastel? —sus ojitos brillantes calentaban el corazón de sus padres.
— Claro que puedes, mi cielo —dijo Win.
— Te llevaremos a conseguir el pastel y un regalo para él, ¿qué opinas? —dijo Bright.
— Fong ira al partido de mañana y quiero aprovechar para dárselos —dijo Namm.
— Podemos llevar la hielera para mantener el pastel en el auto mientras sucede el partido y antes de que termine ir por él para dárselo —dijo pensativo el pelirrojo.
— ¡Papá siempre es muy listo! —afirma Namm. —Será un gran día mañana —dice con entusiasmo.
— Tu abuelo Max me llamó hace un rato; dijo que irán mañana también —afirmó el pelirrojo.
— ¿Te llamo mi padre? —abrió los ojos con sorpresa mientras sonreía y Win solo asentía igual de sorprendido.
« Están de acuerdo en el favoritismo, sin duda. »
— ¿Cuál sería el regalo adecuado? —pregunta de repente el pelinegro.
— Lo descubriremos —afirma Bright mientras se coloca de nuevo los lentes para estudiar las piezas.
— Tu padre tiene razón, sabes lo que le gusta. Lo encontraremos, cielo —afirmó Win mientras comenzaba de nuevo su labor.
Lo que Namm tenía cien por ciento seguro es que debían ser colores claros y estampados adorables, porque esa sin duda es el aura de Fong.
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