Win no podía decir que su relación amorosa comenzó como un cuento de hadas. No existió esa chispa y nadie desapareció alrededor.
Si es honesto. Al inicio su pareja dio el noventa de cien para impulsarlo todo, para conquistarlo y que poco a poco gan...
Amistades, lo admito no puedo soltar a mi bebé. Así que digo, heeey tamos de vuelta. 🤏🏻😎 Por un momento fugaz.
Dije, ¿cómo sería si Namm hubiese viajado a casa de Arthit?
Alch yo si era Team NammArthit.
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Desde la segunda planta podría admirarse el resplandeciente sol. El ligero viento se abre paso entre las cortinas ligeras de color lila. El sentimiento de felicidad sólo se acrecentó en mi interior de manera ilimitada, desbordándose por cada poro de mi ser.
Me desperezo, y me acomodo sobre la cama. Retiro la colcha blanca y la calidad de la habitación me envuelve. Llegué muy tarde anoche, supongo que por eso es que las cortinas están abajo. Detesto las temporadas pesadas en el trabajo porque eso acorta el tiempo que puedo compartir con mi familia. Papá solía quejarse tanto o más que yo y ahora puedo decir que lo comprendo.
De pronto, el sonido suave, como una suave caricia, llega a mis oídos y cierro por instantes los ojos; obligo a mis piernas a salir de la cama y toco la suavidad de la alfombra.
Las notas me guían, me hipnotizan. Son como la flecha guiándome al cielo prometido y salgo de la habitación. Tomo camino por la escalera, bajando paso a paso, mientras mis pies descalzos tocan la madera fría y al llegar a la sala... La imagen perfecta está frente a mis ojos.
Sus dedos largos y claros están sobre las teclas blancas, tocando cada tiempo alguna negra; la melodía es clair de lune, lo que no significa otra cosa más que nuestra pequeña bebé está por tomar su siesta de medio día.
Me acerco con cautela y escucho su silbido suave pidiéndome que yo haga ruido; me siente aunque no pueda verme; es algo que desarrollamos muy bien. Mis brazos se envuelven a su alrededor y mis labios se estrellan contra su mejilla.
— Buenos días —murmura con suavidad y sus ojos me invitan a sentarme a su lado. Lo hago, me deslizó sobre el asiento. Y mis dedos se dirigen a las teclas como un imán.
Veo a nuestra pequeña hija dormir sin preocupación en su carriola y me pierdo por instantes largos al admirarla. Siento los cálidos dedos rozar los míos, animándome a terminar la pieza junto a él. Y lo conseguimos.
Su sonrisa me deslumbra y me pierdo rápidamente en él; así ha sido desde que acepté que me gustaba más de lo que quería admitir.
— ¿Sueñas despierto? —me pregunta con curiosidad.
— Diría que aún estoy soñando, —admito.
Él sonríe y baja la madera que cubre las teclas del piano mientras me sostiene la mirada.
— ¿Dónde está Lenn? —preguntó por precaución y seguridad
— Lenn... —masculla —tuvo el día de BrightWin con Lenn —ríe con coquetería y tira de mí para que lo siga.