1.Colores

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Nota de la autora: Esta historia surgió en el período de dos semanas después de que mi cirugía LASIK inicial salió mal y no pude enfocar lo suficiente para ver detalles cercanos o lejanos, pero en su mayoría colores y formas borrosos. La primera parte que se publicará (los primeros seis capítulos) se escribieron usando talk-to-text en mi teléfono celular, un método que no recomiendo si puede elegir, ya que los errores son muchos y, a menudo, graciosos. Habrá varias partes de esta historia, que se publicarán a medida que se completen y editen.

¡Muchas gracias a GJMEGA por su maravillosa ayuda en la lectura previa y beta de esta historia!

1981

Destino.

La profecía no se puede evitar. Probar es hacer que suceda de formas únicas e inesperadas. Es conocer el final de la historia antes de haber comenzado a leer, y todo lo que queda por saber es cómo se llega a ese punto fijo. El destino y la profecía, finas hebras de telaraña del futuro, trazadas y en patrones o enredadas en nudos.

Esa noche, un mago buscó cambiar su futuro y lo hizo en su lugar. Esa noche, una rata corrió y se escondió.

Esa noche, dos Potter murieron y uno vivió.

Pero el chico que vivió cambió, y sus ojos, que se parecían tanto al color de la maldición asesina que debería haber destrozado su alma, se abrieron ante la visión de cosas nuevas.

Petunia estaba teniendo una mala semana, llena de ira y resentimiento.

Su hermana, muerta. Su mocosa, en su casa. Al igual que Lily, irse y morir, y dejar atrás su engendro. Pocas palabras durante años, pocas letras, nada más que invitaciones despreciadas y diabólicas imágenes en movimiento de una boda y un bebé.

Pero por la noche, en la oscuridad, se permitía llorar, soltar dolorosas lágrimas por el tiempo y las oportunidades perdidas, la ira contra sí misma y el mundo por destrozar a dos hermanas como un árbol partido por la mitad.

Quería odiar al chico. Quería dirigir su ira hacia la niña que tenía los ojos de su hermana.

Pero algo andaba mal.

No tardó mucho en darse cuenta. El chico guardó silencio; comparado con su hijo que lanzaba berrinches, él era como una estatua, quedándose quieto en el medio de la habitación, sin explorar, sin meterse en problemas.

Y tranquilo, apenas una lágrima para dar aviso a un pañal sucio, apenas un gemido para delatar el hambre.

Pero todo eso podría ignorarse. Todo eso podría dejarse de lado en favor de prodigar atención a su propio hijo, que tanto lo deseaba con cada grito y cada puño gordo que agitaba.

Lo que no podía ignorarse era la forma inocente en que sus ojos la miraban. Nunca enfocado en el lugar correcto, sino mirándola con firme determinación, como si buscara entender un acertijo. Su cabeza se movería; escuchando sonidos. Pero siempre esos ojos, de un verde brillante con inteligencia, sin mirarla nunca a la cara, sino siguiendo su forma con el inquisitivo movimiento de su cabeza de cabello negro.

En un mes, lo sabía, lo sabía con la intuición de una madre. Después de algunas pruebas fáciles supo chasquear los dedos para verlo girar la cabeza; y sin embargo, viendo poca reacción al agitar sus manos frente a su rostro.

El hijo de Lily estaba ciego o muy cerca de él.

Y cada faceta de frialdad de su cuerpo se desvaneció. Los magos nunca querrían un niño ciego; ¿Cómo podría aprender magia? Querían la perfección, como la pequeña y perfecta Lily, no como Petunia.

TRADUCCIÓN_Ceguera_TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora