PRÓLOGO

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Chiara iba caminando por la calle, sola como casi siempre, distraída con sus propios pensamientos. De pronto, oyó algo que la hizo despertar y levantar la mirada del suelo. Ahí estaba él, entre el humo de dos coches que acababan de chocar.

Al principio no se había dado cuenta, pero al mirar a su alrededor vio las calles, los edificios, y el tiempo retrocedió. Fue en aquel mismo lugar, cinco años atrás.

Primavera 2016

Aquel día, como de costumbre, se le había hecho tarde para llegar a la oficina así que se apresuró a bajar al garaje a coger la moto. Se subió, arrancó y sin mirar, solo pensando en la bronca que le iba a caer por volver a llegar tarde, salió del parking. No lo vio venir, no tuvo tiempo a reaccionar, cuando se quiso dar cuenta tenía el coche encima y solo atinó a dar un brusco giro que terminó con ella de bruces contra el suelo.

Aturdida, sin saber muy bien aún qué había pasado, vio una mano extendida frente a ella mientras una voz profunda, grave pero a la vez dulce, le preguntaba con tono de preocupación:

-Señorita ¿está usted bien? ¿Necesita una ambulancia?

Chiara miró hacia arriba medio cegada por el sol que le daba en toda la cara, dispuesta a soltarle todo insulto que se le pasara por la cabeza. No pudo abrir la boca. Solo vio unos ojos verdes, profundos y enormes , que la miraban con una mezcla de inquietud y curiosidad y las palabras murieron en su garganta. Jamás había visto unos ojos de un verde tan intenso. Se quedó en silencio, como hipnotizada, no supo durante cuanto tiempo, contemplando aquella mirada, hasta que de nuevo aquella voz la sacó de su ensimismamiento:

-¿Se encuentra bien?¿Necesita que llame a alguien?

-¿Eh?... no, no, no se preocupe -respondió Chiara intentando despejarse un poco-. No es necesario que llame a nadie, no fue para tanto, solo fue el susto.

Chiara se levantó intentando volver a poner en pie la moto y recoger la poca dignidad que aún conservaba. Se subió a la moto, no sin antes mirar la tarjeta que el chico había insistido en darle con sus datos y los datos del seguro por si más tarde se encontraba mal o tenía que darle parte a su aseguradora. Ian, así se llamaba el chico de ojos bonitos, un nombre poco común por aquí...

"Mierda, Chiara, al final vas a llegar tarde pero de verdad" -pensó mientras arrancaba la moto y volvía a la carretera.

Aquello fue, aunque ella no lo sabía todavía, el punto de partida de una historia que cambiaría su vida y a ella misma para siempre.

Aquello fue, aunque ella no lo sabía todavía, el punto de partida de una historia que cambiaría su vida y a ella misma para siempre

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Déjame volar [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora