CAPÍTULO 18

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     Es lunes otra vez y Chiara lleva varias horas ya en la oficina aunque no consigue concentrarse en su trabajo. ¿La razón? Un correo electrónico remitido por la dirección de la empresa en la que se les cita a las dos de la tarde en la sala principal de juntas. El e-mail especifica que debe asistir todo el personal de la compañía, lo que incluye también a los becarios, y eso es lo más sorprendente y lo que tiene a Chiara y al resto con la mosca detrás de la oreja ya que, por lo general, a las reuniones solo suelen asistir los empleados con un puesto fijo en plantilla, lo que obviamente excluye a los becarios. Sea lo que sea que quieran contarles debe ser algo verdaderamente importante como para convocarlos a todos.

     Cuando llegó la hora señalada, Chiara es una de las últimas en llegar a la sala de juntas, en parte porque le pilla cuatro plantas más abajo y en parte también, porque se ha intentado hacer la remolona con unos documentos hasta que su jefa de departamento le ha echado una mirada asesina que le ha hecho salir inmediatamente de su oficina rumbo a la reunión.

     Por suerte Jesse, el becario de dirección y uno de sus mejores amigos allí, le ha guardado un asiento a su lado en una esquina lo suficientemente retirada como para pasar desapercibida por lo que, abriéndose paso entre el resto del personal, llega junto al guapo compañero que la saluda efusivamente a pesar de que lo ha visto solo un par de horas antes en el lobby del edificio. La sala es un hervidero de gente murmurando y preguntándose los unos a los otros qué pasaría. Chiara tiene toda la intención de interrogar a su amigo ya que, trabajando justo en el departamento de dirección, seguramente debe saber de qué trata todo esto y eso es justo lo que va a preguntarle cuando de pronto se hizo el silencio absoluto en la sala.

     El señor Josep Casals, fundador y principal accionista  de la compañía acaba de entrar en la sala y se encamina al frente de la misma, seguido de cerca por varios miembros del Consejo de Administración. Verlo allí entre ellos era algo increíblemente excepcional, en casi un año que lleva en la empresa Chiara solo recuerda haberle visto en 2 o 3 ocasiones ya que siempre andaba de viaje de negocios en alguna de las ciudades donde se encontraban los principales clientes. El hecho de que estuviera hoy aquí no hacía si no aumentar la solemnidad del acto y la intriga que despertaba en la gran mayoría de los presentes. Cuando al fin estuvo seguro de tener la atención de toda la audiencia se dirigió a ellos.

     - Ante todo, buenas tardes y gracias a todos por estar aquí.

     "Como si tuviéramos otra opción"

     - Algunos ya sabéis el motivo por el que os he reunido a todos hoy pero la mayoría lo desconoce y soy consciente de que ha despertado mucha curiosidad entre el personal. Como sabéis nuestro bufete ha crecido mucho en los últimos años y nuestra cartera de clientes se ha diversificado hacia ámbitos que hasta ahora nos eran ajenos. Es por eso que decidimos que ya era hora de aumentar esta familia y buscar nuevos socios que estuvieran más familiarizados con estas nuevas áreas de trabajo, como puede ser el mundo digital o de la comunicación.
     »Después de meses de búsqueda y negociaciones creo que al final encontramos al candidato perfecto. No solo es un profesional contrastado si no que además aportará la visión joven y fresca que le hacía falta a la compañía. Que no os confunda su juventud porque tiene una carrera impecable y ya ha conseguido traer al bufete cuentas muy importantes.
     »Bueno, supongo que estaréis deseando conocer al miembro más reciente de "Casals y asociados" y, por tanto, vuestro nuevo jefe y compañero así que sin más dilación os presento a Ian Miller.

     “Paren el mundo que yo me bajo, por favor que alguien me diga que esto no está pasando, que alguien me pellizque y me diga que me dormí en medio de la reunión y esto es un sueño fruto de mi fantasía calenturienta"

     El mundo y el tiempo parecían haberse parado de pronto, al igual que el corazón de Chiara que se niega a levantar la cabeza porque no quiere comprobar que lo que acaba de escuchar es real; no puede ser, tiene que tratarse de una desafortunada coincidencia onomástica. Por el rabillo del ojo ve que alguien entra en la sala y se dirige al frente de la misma para colocarse junto al señor Casals. Aquel «buenas tardes» no deja lugar a dudas e incluso antes de que sus ojos manden la confirmación ella ya sabe que se trata de él: Ian, "su" Ian.
     El flamante nuevo socio del bufete continúa con su discurso de llegada ajeno a la presencia de una nerviosa Chiara que trata de esconderse de la vista del abogado tras su compañero. Entonces sucedió: contacto visual. Él no hizo ningún tipo de gesto, continúa impertérrito ante el resto de la plantilla como si no se hubiera percatado de la presencia de la becaria mientras ella solo reza pidiendo a todos los poderes cósmicos existentes que la tierra se abra bajo sus pies y la trague.

Déjame volar [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora