CAPÍTULO 10

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Llegaron a casa de Ian. Chiara se quedó absorta observando aquel lugar; la primera vez que estuvo allí estaba tan desconcertada y su resaca era tan grande que apenas se había fijado en que aquel apartamento era una auténtica pasada.
Mientras se quitaba la chaqueta, Ian notó como la chica miraba la estancia embobada, como si estuviera contemplando un cuadro abstracto en el Prado.

- Perdona, soy un maleducado, la otra vez ni siquiera te enseñé la casa.

- ¡Oh, no te preocupes! Tampoco vas a ir enseñando tu casa a una desconocida - respondió ella mientras se acercaba a la cristalera.

- Bueno, tampoco es que seas una desconocida, además qué menos después de haber pasado la noche en mi cama ¿no?

Otra vez aquella media sonrisa... ¿Lo hacía de forma inconsciente o estaba intentando ponerla nerviosa? Si era esto último, lo estaba consiguiendo.

- Tampoco es que eso fuera decisión mía ¿no crees? - Chiara intentaba desviar el tema y la atención pero podía sentir su mirada fija en ella aunque estuviera de espaldas.

- Era broma, mujer, no te enfades. Anda, ven, te enseñaré la casa aunque te advierto que no llevo muy poco tiempo aquí y no hay mucho que ver, como puedes comprobar aun está a medio amueblar.

"Que no hay mucho que ver, dice. Este no ha visto mi casa. Estoy segura que sería capaz de meter todo mi apartamento en este salón... "

Ya que estaban en el salón, empezaron el "house tour" por allí. Era una habitación amplia, con un ventanal que dominaba toda la estancia, había muy pocos muebles y los que había eran de un estilo sencillo, casi sobrio, tal y como a ella le gustaban. Desde el salón se podía ver la cocina, una de esas de concepto abierto que tanto gustaban en los programas de reforma norteamericanos y que era más que evidente que había sido usada en muy contadas ocasiones. Desde allí pasaron a un pasillo en el que podían verse 3 puertas.

- Este es mi despacho - dijo señalando la primera de ellas - hasta que por fin me instale en la nueva oficina esta es, para mi desgracia, la habitación en la que paso más tiempo.

" ¿Me ha guiñado un ojo al decir «para mi desgracia»? No, seguro que me lo he imaginado. Ya estás otra vez con tus fantasías, Chiara, vas a tener que dejar de leer novelas de Megan Maxwell"

Miró aquella habitación. Aunque era evidente que aún no estaba completamente instalado allí le sorprendió el absoluto orden que imperaba en cada rincón: cada montón de papeles colocado de forma casi milimetrada sobre un escritorio que parecía sacado del catálogo de ELLE DECOR, decenas de libros y archivadores perfectamente colocados en sus estanterías. Le hizo gracia pensar lo poco que se parecía a ella en eso; ella era la personificación del caos, su mesa de la oficina era un auténtico desastre por más que intentara mantenerla organizada, eso por no hablar del escritorio de su casa. Aunque en su defensa debía decir que jamás perdía nada, ella tenía su propio orden dentro de todo aquel desorden aunque pocos podrían descifrarlo.

- Aquella puerta del fondo es el baño de las visitas y, bueno, esta es mi habitación aunque creo que ya la conoces - prosiguió Ian abriendo la última puerta.

- No sé si "conocer" sería la definición que yo usaría, diría más bien "la habitación en la que pasé la borrachera una noche" - no sabía porqué había sentido la necesidad de remarcar aquel detalle, como si estuviera intentando excusarse con alguien por algo que ni siquiera había hecho.

- Quizás. Pero sepa, señorita, que tiene usted el honor de haber sido la primera persona, aparte de mí, en probar esta cama.

Vale, esta vez no tenía dudas, estaba segura que le había guiñado un ojo al decir eso último. Chiara intentó no hacer mucho caso a aquello y se dedicó a observar el dormitorio. No lo recordaba tan grande aunque, para ser sinceros, apenas recordaba nada de aquella noche. Al igual que en el salón, había una enorme ventana en la pared de enfrente con preciosas vistas al puerto y frente a ella, dominando la estancia, una enorme cama con un precioso edredón negro y grandes almohadones a juego. Tampoco allí había más que los muebles imprescindibles que, como en el resto de la casa, eran de un estilo bastante sobrio; la única nota de color eran las sábanas de brillante satén granate que asomaban bajo las almohadas.
En un lado de la habitación había otra puerta tras la cual supuso que se encontraba el baño privado. Ian se empeñó en mostrárselo y al momento Chiara pudo averiguar el porqué de tanto interés. Aquel baño debía ser lo más parecido a un spa de lujo que Chiara había visto en su vida: una enorme bañera de hidromasaje ocupaba la parte frontal y, junto a ella, una ducha tan amplia que estaba segura que podría meter en ella la mitad de su habitación. En el otro extremo un precioso lavabo doble y sobre éste un gran espejo que daba aún mayor amplitud a aquel, ya de por sí, enorme baño.

Déjame volar [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora