NARRA IAN
Se acerca el momento decisivo. Antes de que acabe la semana tengo que dar una respuesta a la oferta de asociación que me espera sobre el escritorio. Se trata de un bufete muy prestigioso que me proporcionaría una gran oportunidad profesional y, sin duda, me generaría importantes beneficios; además situaría mi nombre en el Olimpo del mundo de la abogacía sin olvidar el reconocimiento público que obtendría ya que no es nada habitual que un abogado consiga semejante oferta antes de cumplir los 35. Sí, es una excelente oportunidad y sé que me la merezco, soy jodidamente bueno en mi trabajo y he luchado por llegar hasta aquí.
Cualquier otro abogado, de mi edad o incluso mayor, estaría dando saltos de alegría al recibir la noticia y de seguro habría aceptado casi con los ojos cerrados. Y en cambio aquí estoy yo, mareando la perdiz durante semanas y es que no solo me juego mi futuro profesional si no también (y eso es lo que realmente me preocupa) mi libertad personal. Aunque eso es algo en lo que no me gusta pensar demasiado, este viernes se acaba el plazo y debo responder.
Sin embargo, en lugar de estar tomando mi tiempo en pensar sobre una decisión tan crucial, llevo días con otra cosa ocupando mis pensamientos o, mejor dicho, otra persona: Chiara.
Lo que menos imaginé cuando llegué a esta ciudad para comenzar las negociaciones era que iba a encontrarla tan... interesante y debo admitir que ella está siendo la razón por la que mi, en principio, corta visita se está alargando en el tiempo y me está haciendo replantear algunas opciones.
La primera vez que la vi en aquel club ya llamó mi atención y es que aquella chica era puro fuego sobre la plataforma y me encontré a mí mismo imaginando qué tan ardiente sería también entre las sábanas. Tenía que averiguarlo.
Tengo que reconocer que aquella noche mi ego me traicionó. Pensé que me bastaría con acercarme, invitarla a un par de copas y dedicarle algunas frases y miradas sugerentes y la tendría en el bote, pero no fue así. Sí que logré acercarme a ella pero la cosa no pasó de una inocente conversación frente a un par de tragos. No me importó, solo consiguió despertar un poco más mi interés y mis ganas y hasta me tomé mi tiempo para planear la siguiente jugada, la jugada que tenía que darme la victoria.
En nuestro segundo encuentro el objetivo ya era claro: la quería en mi cama. Y digamos que lo conseguí, aunque no de la forma en que lo había imaginado. Porque sí, ella efectivamente estaba en mi cama pero no entre mis brazos si no profundamente dormida tras una buena borrachera.
Reconozco que este segundo fracaso si que me jodió un poco. No quiero parecer un capullo engreído pero no estoy acostumbrado a que se me resistan tanto; esto ya se había convertido en una cuestión de orgullo y no iba a permitir que volviera a escaparse de mí una tercera vez. Además tengo claro que ella lo desea tanto como yo, pude notarlo por cómo me miraba en aquella fiesta y cómo miraba a las chicas que se acercaron a coquetear conmigo; no había celos en su mirada, fue mejor que eso. En sus ojos vi una expresión que me resultaba muy familiar porque era la misma que yo tenía instantes antes cuando aquellos tipos la rodearon en medio de la improvisada pista de baile: esa mirada gritaba «Apartad vuestras manos, es mío»
En su forma de mirar y moverse podía ver con claridad que ella no era la típica chica celosa viendo como otras acechan lo que ella anhela sin hacer nada por evitarlo. No, ella es una cazadora viendo como pretenden arrebatarle su presa... exactamente igual que yo al mirar a esos hombres que no se apartan de ella y, al igual que yo, sé que no piensa permitirlo pero morirá antes que reconocerlo.
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Déjame volar [+18] ©
RomanceLa vida de Chiara por fin parecía ser la que había imaginado. Había salido de una relación asfixiante, tenía trabajo, había dejado al fin la casa de sus padres, tenía a su mejor amiga y todos los hombres que quisiera. Nada podía salir mal. Entonces...