CAPÍTULO 31 (PARTE II)

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     Después de una nada saludable cena en la hamburguesería que hay cerca del club, las chicas llegan al Lux casi al mismo tiempo que Jesse, Lilly y Mario. Al parecer, el resto llegó antes y ya están dentro esperándolos. Encontraron charlando en la barra a André, Eric, Alberto y Julio y, tras los pertinentes saludos, todo el grupo subió a la zona de reservados para ocupar el suyo. 

     El grupo charla animadamente de sus planes más próximos. Chiara les cuenta sobre el viaje con Sandra a las Canarias; Alberto y Mario también tienen planeado tomarse unos días de descanso antes de comenzar la búsqueda de empleo; al parecer, Julio y Eric ya tienen algo a la vista y, el resto, básicamente se dedicará a enviar currículums y hacer entrevistas. 

     En esas andaban cuando vieron acercarse hasta su sitio a uno de los camareros con dos cubiteras y sus correspondientes botellas de champán. Todos contemplan la escena sorprendidos hasta que, finalmente, Chiara se acerca al barman. 

—Isaac, cariño, creo que te has equivocado de reserva; nosotros, no hemos pedido esto. 

—Lo sé. Alguien las ha dejado pagadas y ha pedido que os las sirvamos y te entreguemos esta nota —responde entregando un papel cuidadosamente doblado —. Esto es todo lo que sé. ¡Qué disfrutéis, chicos! 

     El camarero se fue por donde había venido y Chiara, aún con la nota sin desdoblar en la mano, se vuelve a su sitio en el sofá. 

—Vamos, Chiara, ábrela —pidió Eric—, a ver si así nos enteramos de quién ha sido el generoso benefactor de la noche. 

     El resto asintió casi al unísono; Chiara desdobló la nota y lo primero que captó su atención fue la firma al final de la hoja

—Es del señor Miller —reveló al fin a sus expectantes compañeros y procedió a leer. «Chicos, agradezco vuestra invitación pero no me es posible acompañaros.  — Lilly pronunció por lo bajo una frustrada maldición; Chiara prosiguió con la lectura —. Aceptad estas botellas como regalo de despedida y tomaos una copa a mi salud». Eso es todo. 

—¡Estupendo! Pues brindemos a la salud del jefe… bueno, del ex jefe —proclamó Mario mientras abría la primera de las botellas y comenzaba a servir las copas. 

     Chiara seguía con la mirada puesta en el papel ya que no era cierto que el mensaje acabara ahí: la nota continuaba pero, ahora, se dirigía exclusivamente a ella. 

«Espero que las burbujas no se os suban demasiado a la cabeza. Ya sabes que, si lo necesita, puedo darle a Jesse algunos consejos sobre cómo hacerte gemir.
      Que pases una buena noche, damisela. Intenta no pensar en mí demasiado.»

     Chiara está a segundos de estallar ¿Quién se ha creído que es el engreído este? Intenta mantener la compostura para que nadie de los de su alrededor note el cabreo que amenaza con invadir cada célula de su cuerpo pero a Sandra no se le escapa el cambio de actitud de su amiga y la interroga con la mirada desde el sofá de enfrente. Chiara le responde con sutiles gestos que no ocurre nada mientras arruga la tarjeta en su mano y se bebe de un sorbo la copa de champán que Mario le ofrece. 

    Las burbujas son traicioneras y pronto se empiezan a subir a la cabeza, tornando el ambiente en uno más caldeado. Chiara mira a su alrededor y sonríe al ver cómo Lilly prácticamente se está comiendo a Eric; no le sorprende demasiado, ya hace tiempo que había notado la tensión entre ellos dos y sólo era cuestión de tiempo que se resolviese. Sigue mirando y ve a su amiga sentada en el regazo de Alberto en actitud más que cariñosa. 

«—Vaya, eso sí que no me lo esperaba. Hubiera jurado que Sandra tenía el objetivo puesto en el moreno que se ha pasado la noche comiéndosela con los ojos. En fin, sorpresas te da la vida» — pensó riendo para sí. 

Déjame volar [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora