Naruto El Camino del Shinobi

El Demonio y la Nieve

(...) Casa de Tsunami

El pequeño nieto de Tazuna se encontraba tranquilo mirando al techo, aun procesaba las palabras que Kakashi le habia dicho, bajo su almohada, saco un retrato pequeño que tenia una foto de su padre, la sonrisa de Kaiza lo hacía sentirse melancólico y feliz. Cuanto mas la veía, mayor era la turbulencia de emociones que lo atacaban, de pronto, un sonido lo despertó, un golpeteo continuo en la entrada de su casa.

—¡Voy! —Exclamo el niño bajando las escaleras, notando que su mama se habia quedado dormida en el sofá —¿Qui--? —Antes de que pudiera terminar de preguntar, la puerta fue cortada en varios trozos, dejando ver dos figuras sumamente terroríficas —¡Ustedes son! —Exclamo temeroso, recordando a los samuráis escoltas de Gato que ejecutaron a su papá.

—¡Inari! —Grito la mama despertando de golpe, poniéndose de pie y abrazando a su hijo, quien corrió con miedo hacia ella —¿Qué quieren de nosotros? —Pregunto con molestia.

—El señor Gato fue compasivo con ustedes, los dejo vivo con la única condición de que no se metieran en su camino —Expreso uno de los tipos con desprecio por ellos —Ahora vendrán con nosotros, si ese viejo es listo, se rendirá sin que tengamos que cortarles nada —Acoto con una sonrisa maquiavélica.

—Espero que no sea tan listo —Carcajeo el segundo de gran musculatura.

—¡Alto! Yo soy suficiente... Rogare para que haga lo que deseen, pero por favor... No se lleven a mi hijo —Suplico arrodillándose la dama, viendo como el chiquillo no se alejaba de ella.

—Me parece un buen trato —Relamió sus labios uno de los asesinos —Ya escuchaste a tu madre ¡A la cocina escoria! —Exclamo empujándolo a dicha habitación.

—Nos vamos dulzura... —Musito el tipo colocándole unos amarres, para que luego fuera levantada por el otro espadachín.

—¡Te amo Inari! —Se despidió entre lagrimas la chica.

En silencio, el pequeño estaba aterrado, se abrazaba las rodillas y lloraba con frustración e impotencia. Nuevamente no podía hacer nada, pero lo que era peor, cuanto mas lejos escuchaba las pisadas, mas seguro se sentía, era un cobarde. Fue en ese preciso instante que recordó las palabras de Kakashi "En la vida solo podemos hacer dos cosas... Sentarnos y escondernos, o levantarnos y afrontarlo" esa pequeña frase, mesclada con la sonrisa de su padre. Eso basto para hacer que dejara de llorar.

—Wuao... Esta tipa no esta nada mal ¿Nos divertimos un poco con ella? —Dudo uno de los sujetos amordazándola.

—Bueno, nadie nos dijo que debíamos llevarla en perfecto estado —Sonrió con un rostro sádico, viendo como Tsunami empezaba a mover sus piernas —¡Oye! ¡Si te resistes matare a tu hijo! —Exclamo el tipo dándole una nalgada.

—¡Ustedes deténganse! —Grito una voz infantil.

—No... No —La madre comenzó a llorar, pues su bebe estaba detrás de ellos.

—Vaya, de tal palo tal astilla, lo siento perra, tendremos que matarlo de todas formas —Discutió el otro tipo, desenvainando su katana.

—¡Estas muerto mocoso! —Exclamo el otro hombre, dejando a la mujer en el suelo y sacando su espada.

—¡Corre mamá! —Vocifero el chiquillo con valor, listo para ser despedazado.

Tras cerrar sus ojos, dos golpes realmente poderosos le hicieron abrir los ojos. Era Naruto, el shinobi habia convocado a dos clones, los cuales salieron del bosque, volaron por los aires y asestaron fuertes patadas a los espadachines, noqueándolos en el acto. Rápidamente, los mismos desataron a la mujer y usaron las cuerdas para amarrar a los desmayados sujetos a un árbol.