Naruto El Camino del Shinobi

La Bestia Verde

(...) Bosque de la Muerte 

Cuanto más caminaba la chica sentía que el próximo seria su último paso, la adrenalina se había agotado hace algún tiempo y ahora continuaba únicamente con la convicción de cumplir con la orden que se le dio de escapar, el miedo a aquel ser y los ruidos del combate que se libraba tras de sí la movían para que no se diera por vencida ¿Pero a donde podría ir? Cualquier lugar era inseguro, en todos lados la matarían y todo su esfuerzo habría sido en vano, cada hombro le pesaba demasiado, sus amigos eran cargas que si dejaba atrás podría salvarse, sin embargo, era imposible que eso pasara.

—Inner... Por favor... —La dama clamaba, pero nadie acudía a ayudarla, al mismo tiempo que su respiración se agitaba y sus ojos se cerraban, desde que ese horrendo ninja toco su frente su segunda personalidad ya no acudía, quiso llorar, tristemente de nada serviría hacerlo, por lo que con su último aliento dio unos pasos más y finalmente se desplomo, aunque curiosamente, nunca sintió que cayera en el suelo.

(...)

De pronto todo el mundo se había vuelto oscuro y las sombras se arremolinaban a su alrededor, podía ver la figura de su amado delante de sus ojos, cuando trato de alcanzarla, la marca en su cuello colocada por Orochimaru comenzó a propagarse y lentamente el azabache se transformó en ese sujeto, se dio la vuelta para mirarla, hablo con la voz de su amado, aunque no era él, se trataba de una aberración grotesca, abrió la boca y saco una larga lengua, trato de gritar, cuando lo hizo ningún clamor salió, allí comenzaron a bajar lágrimas de impotencia, nuevamente estaba en shock, hasta que sus ojos finalmente se abrieron.

—¡Sasuke! —Gritó con fuerza despertando de su letargo, tras una horrible pesadilla, estaba cubierta por unas cuantas hojas.

—Silencio... Podrían descubrir esta posición —Comentó una voz suave, la cual le parecía conocida.

—Tu eres... —Intento recordar su nombre, pero no pudo hacerlo, aunque sabía que no tenía nada que temer.

—Rock Lee, cuando te vi cargando con ellos no lo pude creer, tienes una fuerza asombrosa —Sonrió el muchacho extendiéndole la mano, en ella tenía varias bayas, las cuales la chica vio extrañada —Descuida no están envenenadas, yo mismo las probé —Carcajeó con sutileza metiéndose una en la boca y masticándola con cierto asco —Eso sí, no son muy apetitosas —Admitió con nerviosismo.

Yacía en el interior de un inmenso tronco, el cual tenía un gran agujero y se había unido parcialmente a otro árbol, dicho hoyo estaba tapado por unas cuantas enredaderas, las cuales fungían como un escondite perfecto y por el cual los pequeños rayos de luz se filtraban lentamente, era el amanecer que apartaba las tinieblas de la terrible noche que vivieron.

—¿Por qué me ayudas? —Consultó la muchacha notando como Naruto y Sasuke reposaban a su lado, ambos con paños de agua tibia sobre sus frentes.

—¿Acaso olvidaste lo que te dije? Seré tu caballero y nunca te traicionare, eso fue lo que te prometí, si te hubiese visto e ignorado ¿Qué clase de hombre seria? —Respondió ruborizado, notando que la dama también se ponía colorada.

—Gracias... Lee-san —Aceptó la ayuda con una sonrisa, comiendo el alimento con disgusto, ya que sabía realmente mal.

—Eso es todo, esta chica ya es casi mía —Celebró mentalmente ante la felicidad que le daba el hecho de que la joven le hablara respetuosamente.

—Oye... Por cierto ¿Qué paso con Anko-san? —Dudó recordando aquella infame situación.

—Ni idea, cuando te encontré ya estabas sola, escuché ruidos de una lucha, pero no sabía que la sensei estaba allí ¿Qué fue lo que ocurrió? —Preguntó tomando varios utensilios donde había almacenado agua, pasándoselos a la kunoichi para que pudiera aliviar su sed.