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╰┈¡PERO SI ERA UNA CABRA, IMBÉCIL!┉╮

Jaz pisó un suelo de asfalto y sintió una profunda nostalgia cuando vio la calle principal de Hogsmeade: los oscuros escaparates, el contorno de las negras montañas detrás del pueblo, la curva de la carretera que conducía a Hogwarts, las ventanas ...

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Jaz pisó un suelo de asfalto y sintió una profunda nostalgia cuando vio la calle principal de Hogsmeade: los oscuros escaparates, el contorno de las negras montañas detrás del pueblo, la curva de la carretera que conducía a Hogwarts, las ventanas iluminadas de Las Tres Escobas... Todos los sentimientos le acudieron en el mismo instante de aterrizar, pero fue sólo un segundo porque, de pronto, cuando apenas hubo soltado los brazos de Harry, Ron y Hermione, sucedió que...

Un grito parecido al que Voldemort habría dado al enterarse de algo malo. A Jaz se le pusieron los nervios de punta. Aunque todavía estaban los cuatro bajo la capa, miró a sus tres amigos, al tiempo que la puerta de Las Tres Escobas se abría de golpe y una docena de mortífagos con capa y capucha salían a la calle.

Jaz le agarró la muñeca a Ron cuando este fue a levantar la suya: eran demasiados para aturdirlos; si lo intentaban, se delatarían. Un mortífago agitó la varita y dejó de oírse el grito, aunque su eco siguió resonando en las lejanas montañas.

¡Accio capa! —rugió un mortífago.

Jaz se agarró a los pliegues de la capa invisible, pero esta no dio señales de moverse: el encantamiento no había funcionado.

—Así que no estás debajo del envoltorio ese, ¿eh, Potter? Supongo que tu hermosa novia está contigo, ¿no? —gritó el mortífago, y dijo a sus compinches—: ¡Dispérsense; están aquí...!

Seis mortífagos corrieron hacia ellos: Jaz, Harry, Ron y Hermione retrocedieron como pudieron por el callejón más cercano, y sus perseguidores no chocaron contra ellos de milagro. Los chicos esperaron en la oscuridad; oyeron los pasos y vieron los haces que salían de las varitas e iluminaban la calle.

—¡Vámonos! —susurró Hermione—.¡Desaparezcámonos ya!

—Buena idea —corroboró Ron, pero antes de que alguien más replicara un mortífago gritó:

—¡Sabemos que están aquí, Potter, Ramsay, y no tienen escapatoria! ¡Los encontraremos!

—Nos estaban esperando —susurró Harry—. Habían puesto ese hechizo para que les avisara de nuestra llegada. Supongo que habrán hecho algo para retenernos aquí y atraparnos...

—¿Y los dementores? —gritó otro mortífago—. ¡Soltémoslos! ¡Ellos lo encontrarán!

—El Señor Tenebroso no quiere a Potter muerto. Quiere matarlo...

—¡Pero los dementores no lo matarán! El Señor Tenebroso quiere la vida de Potter, no su alma. ¡Le será más fácil matarlo si antes lo besan los dementores...!

Jaz se puso furiosa, porque Harry no se moriría, y los dementores no lo iban a besar. Nadie besaría a su novio además de ella.

Y literalmente estalló. Salió de debajo de la capa invisible, soltándose con brusquedad de los agarres de sus tres amigos.

Jazlyn Ramsay y los HorrocruxesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora