El final se acerca. Sucede algo inesperado gracias a lo que Jaz tendrá que hacer un cambio de planes y luchar por escapar de esa situación, pero finalmente logra encontrar a sus amigos y la caza de Horrocruxes comienza.
Jaz tendrá que superar prue...
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A la mañana siguiente Hermione se comunicaba principalmente con miradas desagradables y silencios mordaces. Ron respondió manteniendo un comportamiento sombrío en su presencia, como un signo de arrepentimiento. En cambio, con Jaz era diferente, pues el pelirrojo intentaba meterle conversa a la fuerza de cualquier forma, y aún así, Jaz lo ignoraba y mantenía un silencio sepulcral, fingiendo que él nunca existió.
—¿Te acuerdas del día en el que fuimos a robar comida por primera vez a las cocinas de Hogwarts? —preguntó Ron mientras caminaba detrás de Jaz, que estaba buscando un cepillo de cabello.
«Sí, es que ahí no sabías que yo era un monstruo», pensó ella, dolida.
—Y luego nos caímos de las escaleras y la cara nos quedó llena de crema de pastelitos —seguía hablando Ron, siguiendo a Jaz hasta fuera de la tienda—. Ese día me corté la mano con un pedazo de vidrio de un plato y tú me pusiste una curita y le dibujaste una carita sonriente.
Jaz salió corriendo a toda velocidad para refugiarse con Harry, con Ron pisándole los talones como un comerciante que te persigue para hacerte ofertas.
La chica abrazó a su novio por la cintura, ocupándolo como escudo ante el pelirrojo para esconderse.
—Tengo mucho miedo, Harry, hay un bicho molesto persiguiéndome —dijo Jaz fingiendo un puchero—. Te juro que si no me deja en paz le voy a romper todo lo que se llama cara.
Ron salió corriendo y Harry se rio a carcajadas, aunque cesó cuando Jaz lo miró con ceño.
Y ya que Hermione no decía palabra, la única persona con la que Jaz hablaba era con su novio.
Durante la tarde, a Jaz le había tocado realizar la guardia después del almuerzo, así que se sentó en un tronco a leer un libro de cuentos muggles a la vez que se comía a escondidas unos pocos chocolates de los que le había legado Dumbledore. Harry y Ron la miraban unos metros más allá mientras recogían agua y buscaban champiñones entre la maleza.
—¿En serio no te da miedo ser su novio? —preguntaba Ron en voz baja.
—¿Por qué lo haría? —inquirió Harry mirando a la chica como atontado.
—Es muy... ruda. Su carácter es muy fuerte —contestó Ron—. A mí me da mucho miedo cuando se enoja, siento que puede estallar. Es intimidante.
—¿Ella es intimidante? —preguntó Harry señalando a la pelinegra con la cabeza. Había recogido un pájaro herido del piso y comenzaba a curar sus heridas con cara de tristeza.
—Bueno... a veces —murmuró Ron—. Sí, solo de vez en cuando.
Jaz levantó la cabeza al dejar ir al pájaro, ya completamente sano, y su vista se encontró con la de Ron, que intentó sonreírle, pero ella le respondió con una increíble mirada de desprecio y se levantó del tronco donde estaba sentada, yéndose dentro de la tienda.
