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꫞🦋welcome to...
╰┈A LA FUGA┉╮

Jaz salió de la ciudad en donde se encontraba la mansión Malfoy y, cuando estuvo a kilómetros de allí, asegurándose de que ni los mortífagos ni Voldemort tuvieran ningún tipo de idea de adónde hubiera ido ella, se encargó de tratar de encontrar un...

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Jaz salió de la ciudad en donde se encontraba la mansión Malfoy y, cuando estuvo a kilómetros de allí, asegurándose de que ni los mortífagos ni Voldemort tuvieran ningún tipo de idea de adónde hubiera ido ella, se encargó de tratar de encontrar una manera para sobrevivir y a la vez buscar alguna señal de dónde estaban sus amigos. Pero el problema era que se sentía completamente desorientada. Sabía que tal vez estarían buscando algunos de los Horrocruxes, pero no tenía idea de nada, y de hecho, ni siquiera sabía si estaban vivos.

Odiaba la idea de no saber aparecerse, porque así todo iría mucho más fácil, pero tenía que conformarse con transformarse en fénix y volar. Si bien, luchó por transformarse en animaga exactamente para poder escapar, pero jamás se imaginó que se encontraría en una situación tan extrema.

Estaba muy sorprendida de que solamente había estado secuestrada por dos semanas y que había logrado escapar; se sentía muy orgullosa de sí misma. Se dio cuenta de que realmente era muy poderosa, pero dejando de lado todos los pensamientos agobiantes que tuvieran que ver con el horrible incidente que vivió, decidió buscar un lugar donde quedarse, así que se puso en marcha en aquello.

Voló durante días en su forma de fénix por una pequeña ciudad muggle, buscando señales de nombres del lugar en el que se encontraba, pero no hallaba absolutamente nada. ¿Acaso las personas que vivían ahí sabían en dónde estaban parados? Trató de encontrar a algún transeúnte a quien preguntarle, pero su vergüenza la manipulaba, aun sabiendo que era imprescindible hacerlo. Tenía mucha hambre y estaba agotadísima, necesitaba comida y poder dormir un rato. Pero sabía que no podía dejarse caer así como así.

Un día se puso de pie frente a una pequeña tienda muggle que estaba en la nada, mirándola con los ojos entrecerrados. Dentro había muchas cosas que deseó devorarse en ese momento, pero el problema era que no tenía dinero muggle y tampoco alguna idea de cómo conseguirlo, así que acudió a la opción de hacerlo por la fuerza, sintiéndose muy mal, pero llegó a la conclusión de que estaba en una situación extrema, en la que, si no comía nada, tal vez acabaría sin fuerza para volver a huir.

Se puso de pie en medio de la tienda, mirando al encargado; un chico joven de unos dieciocho o diecinueve años. Pensó que se veía simpático, así que le dio un poquito de lástima. Tal vez podría manipularlo o controlar su mente para que le diera un par de cosas.

—Hola. —Jaz sonrió, apoyando su mentón entre sus manos en el mesón, exhibiendo una sonrisa muy bonita y propia de ella.

—Hola —dijo el chico, también sonriendo.

—Bueno —suspiró Jaz, mirando el techo para luego mirarlo a él, tratando de encontrar las palabras para que la pregunta no sonara tan rara—, ¿tienes idea de dónde estoy?

—Edimburgo —respondió el chico, mirándola como atontado—. ¿Por qué? ¿Estás perdida?

—Sí, muy perdida —respondió Jaz mirando a través de la ventana, mordiéndose el arito en el labio inferior con nerviosismo. Sabía que Edimburgo estaba a siete horas de Londres para al menos ir de nuevo a la casa Black, pero estaba casi segura de que los mortífagos la buscarían ahí. De repente le dieron ganas de llorar de la desesperación. Sentía que estaba en un hoyo muy profundo del que no podría salir jamás.

Jazlyn Ramsay y los HorrocruxesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora