epílogo.

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SIETE AÑOS DESPUÉS

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SIETE AÑOS DESPUÉS.

Era una alegre mañana de invierno, los copos de nieve se amontonaban en los alféizares de las empañadas ventanas de la mansión. Dentro recién empezaba el día, el hogar olía a galletas y a cenizas de la chimenea encendida.

Jaz estaba arrodillada en el piso de su cuarto. Acababa de salir de la ducha y ya estaba vestida con su pijama de temática navideña, de color rojo con pequeños renos estampados. El cabello mojado le caía sobre los hombros y el rostro, intentando ponerle a Bob su traje especial para Navidad, sin despertarlo, ya que dormía tranquilamente en el piso. El perrito era tan pequeño, peludo, revoltoso y juguetón como de costumbre.

Jaz no había cambiado nada; a sus veintiséis años seguía siendo igual de morena y hermosa como siempre, exceptuando que algo en su nombre había cambiado. Llevar el apellido Potter había sido una fantasía casi imposible en sus tiempos, sabiendo que un mago tenebroso perseguía a su novio para matarlo, pero ahora era una realidad.

Jazlyn Diana Potter.

¡Qué lindo sonaba!

—Listo —susurró Jaz, al fin logrando ponerle el suéter de lana tejido por la señora Weasley a Bob. La chica se inclinó para darle un besito al perro, poniendo todo su esfuerzo en no despertarlo.

Pero en ese momento la puerta se abrió en un fuerte estrépito y por ella entró una niña de cinco años, cuyo cabello negro y ondulado le llegaba hasta la cintura. Los ojos verde esmeralda le brillaban de emoción y su piel bronceada resaltaba mucho con su trajecito verde de elfo que trabaja para Santa Claus.

—¡Mamá! ¡Ya es navidad, mamá! —exclamó la pequeña, dando un saltito a los brazos de Jaz y colgándose de su cuello.

Bob despertó y fue a saludar a Lily, que le dio un besito en la nariz.

—Sí, es navidad —afirmó Jaz, sonriendo y despejando el rostro de su hija, ya que tenía el cabello por los aires. La peinó con los dedos mientras admiraba sus facciones, las largas pestañas y su nariz finita—. Qué niña más hermosa. ¿Estás emocionada, cariño?

—¡Claro que sí! —dijo Lily con obviedad, y luego se puso un tanto seria—. ¿Te puedo pedir ayuda con algo?

—Sí, dime.

Lily abrió una bolsita de piel roja que llevaba colgando de la cintura, y de ella extrajo un corazón de papel, seguramente hecho por ella, ya que parecía más bien un damasco.

—Quiero que diga: Feliz Navidad, lamento haberte llamado «estúpida zanahoria con ojos», te quiero. Besos de Lily —recitó la pequeña en voz baja, esquivando la mirada de Jaz.

—¿Y para quién sería esa carta? —preguntó Jaz, divertida, tomando su varita y murmurando—: ¡Accio pluma!

Lily abrió los ojos con pánico y se puso un poco roja, y no se había dado cuenta de que Harry estaba parado en la puerta, intercambiando miradas divertidas con su esposa.

Jazlyn Ramsay y los HorrocruxesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora