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╰┈LA BÓVEDA DE LOS LESTRANGE┉╮

Los chicos ya tenían los planes hechos y habían terminado los preparativos

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Los chicos ya tenían los planes hechos y habían terminado los preparativos. En el dormitorio más pequeño, sobre la repisa de la chimenea, había un frasquito de cristal que contenía un solo pelo negro, largo y grueso, que habían recuperado milagrosamente del jersey que Jaz llevaba cuando estuvieron en la mansión Malfoy.

—Y utilizarás su varita —indicó Harry señalando la varita de nogal—. Yo creo que engañarás a la perfección.

Jaz miró la varita con desagrado, y la horrible visión de cuando estaba siendo torturada con Bellatrix sobre ella le vino a la mente. Harry notó su incomodidad y la abrazó por los hombros con suavidad.

—Supongo que te resultará más fácil si te metes en el papel —le sugirió Ron—. ¡Piensa en todo lo que ha hecho esa varita!

Jaz no había pensado en eso y nunca en la vida había tenido tantas ganas de desintegrar algo.

—No sirvo para esto —se negó ella, poniéndose muy nerviosa—. No voy a poder...

—Sí puedes, Jaz —la animó Harry.

—Es que soy muy... No sé... Me va a salir todo mal... Seguro que me caigo y se me olvida todo... No, no, no... —Inhaló, exhaló y se pasó las manos por el cabello—. La odio mucho, de verdad...

—Si no quieres lo haré yo —le dijo Hermione con voz suave—. Pero piensa que es como una venganza para ella. Piensa en todo lo que ha hecho.

Jaz se mordió los labios, mirando la varita como si fuera una araña enorme que iba a saltar hacia ella. Pensó en los Horrocruxes, en que lo haría para acabar con Voldemort y miró a Harry, armándose de valor.

—Bueno —dijo con voz chillona—. Pero con la condición de que no me miren como la mirarían a ella, ¿ya? Se va a sentir muy feo.

Los chicos asintieron con la cabeza y hubo una pausa.

—Echo de menos mi varita —comentó Hermione con tristeza—. Es una lástima que el señor Ollivander no haya podido hacerme una nueva a mí también.

Esa misma mañana, Ollivander le había enviado una varita nueva a Luna, que estaba en el jardín trasero, poniendo a prueba sus habilidades. Dean, a quien los Carroñeros habían quitado también la varita, la contemplaba con aire compungido.

Se abrió la puerta del dormitorio y entró Griphook. Instintivamente, Harry tomó la espada y se la acercó más.

—Estábamos repasando los últimos detalles, Griphook —dijo Jaz con frialdad, intentando reparar el error de su novio, aunque molesta por tener que darle explicaciones al duende—. Les dijimos a Bill y Fleur que nos vamos mañana.

Les habían comunicado que no volverían, por lo que Bill les prestó otra tienda, ya que habían perdido la de Perkins con los Carroñeros. Ahora la nueva tienda estaba guardada en el bolsito de cuentas, que Hermione había protegido de los Carroñeros mediante el sencillo recurso de metérselo dentro del calcetín, lo cual había impresionado mucho a Jaz.

Jazlyn Ramsay y los HorrocruxesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora