Midoriya Izuku observaba aquel paisaje, un campo llano lleno de vida lleno de animales en el que una pequeña choza se alzaba en ella una katana de color blanco brillaba como el sol y alrededor de ella las llamas blancas se alzaban junto a un fénix que se posaba a su lado. Mientras que a su espalda un campo de batalla, un desierto de espadas cubierto de llamas donde una espada obscura como el vacío del espacio reposaba cubierta de llamas obscuras con un dragón reposando a su lado. Admirando ambos campos el peliverde solo soltaría un suspiro mientras empezaba a caminar por la linea blanca donde se encontraba siguiendo hacia adelante sin mirar atrás, con una mirada melancólica a ambos lados pero sin mencionar una palabra.
El sonido de la alarma era lo que los obligaba a abrir los ojos, mirando aquel techo ambos peliverdes se despertaban para empezar su primera jornada de clases siendo que Izuku sería el primero en levantarse a la ves que cambiarse, dejando todo para que Mika solo tuviera que levantarse para cambiarse y bajar a comer. El peliverde solo tomo su mochila mientras tomaba rumbo a la academia, acompañado de la Miko quien era transportada en el hombro del peliverde.
La ciudad estaba completamente vacía con muy poca gente caminando, las cafeterías apenas abriendo y el camión de la basura pasando por las calles haciendo su trabajo. Izuku solo caminaba con sus audífonos puestos, observando todo esto con un rumbo preestablecido hasta llegar a una parada de autobús en la cual tomo asiento mientras esperaba la llegada de el transporte publico. Los pensamientos de el chico se mantenían en estos largos meses, sobre todo el entrenamiento de Mika siendo que la peliverde había avanzado a pasos agigantados mostrando sobre todo un control total sobre la magia pero que se podía esperar de su melliza, tenia que tener mínimo ese nivel.
El bus había llegado, este solo se monto en el pagando su pasaje antes de sentarse al final de el, mientras que frente a el un hombre de cabello dorado, con un traje completo se sentaba en silencio. El transporte empezó a avanzar y el silencio se mantuvo, el peliverde se había quitado sus audífonos a su ves que despertaba a su acompañante.
Izuku: Eres bastante valiente teniendo en cuenta el peligro que implica tu aparición aquí Lucifer Estrella de la mañana, gobernante del infierno.
Lucifer: Midoriya Izuku, Ruler de los sirvientes de la creación la vida esta para correr riesgos no por nada hice una rebelión en la ciudad de plata en contra de mi padre o tu arrasaste y domaste el infierno.
Izuku: Deja tus recuerdos del pasado para otro momento traidor de los cielos dime para que haz venido a los dominios orientales sabiendo que tu religión no es bien vista aquí.
Lucifer: Como siempre al punto vas pero osas mandarme a callar se nota que tu poder es tan grande como tu impulsividad pero como insistes te contare mi razón para estar en tu presencia contra guardián ya que siendo tu mi aliado más fiable en este momento sabrás el porque debes estar al cuidado de tu aliados más cercanos siendo que si no tienes cuidado tomara tu vida por alguien.
Izuku: Lucifer Morningstar, no pienso tomar ninguna alianza con usted no tengo intenciones de meter mi nariz en el infierno.
Lucifer: Eso es triste pensar que cientos de demonios esperan tu vuelta como su general, desde los más débiles como el demonio de sangre hasta seres como el demonio de la guerra esperándote aunque hay una forma de que estos paren de esperarte.
Una daga saldría lanzada directamente al cuello del peliverde el cual desaparecería en un mar de flores para aparecer en el pasillo con Merlín, Yaemiko y Grengad listos para el combate a su ves que entre la sombras una mujer morena con el rostro deformado por las llamas parecía para tomar la daga.
Merlín: Oh Mazikeen hija de Lilith cuanto tiempo, sabes no deberías apuntar así a mi compañero no queremos tener problemas con el infierno-Haciendo una pausa-Pero ya es tarde despertaste su furia.
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Danza de Hierro y Fuego: El regreso al Ragnarok
FanfictionIncluso después de que la era de los dioses debió haber terminado, incluso después de mandar a nuestros mejores guerreros contra ellos, aun así ellos siguen controlando todo.