Capitulo 21: La espada y el gobernante.

71 11 0
                                    

Una habitación completamente blanca, la luz del sol entraba por la ventana. Aún me dolía todo el cuerpo por lo sucedido anoche, aquella llamarada me obligó a incluso reforzar un tesoro divino para no ser dañado. Sentía mi cuerpo ser sanado lentamente por mi factor regenerativo, a su vez que el Nerus intentaba avanzar en mi. 

Cerré los ojos ante el cansancio absoluto que se presentaba en mi cuerpo, dejando que en la oscuridad que se presentara los recuerdos empezaran a acechar como lobos a su presa. El primero en aparecer fue uno con Brunhilde, la primera vez que tome un arma a escondidas por mera curiosidad, una alabarda de mango negro bastante pesada para mi; creo que ahora la podría usar facilmente en el combate, debería preguntarle si aun la tiene. El segundo fue de un juego, estaba corriendo con otros dos niños ¿quiénes eran? no lo recordaba para nada; aunque se que de algún lado los conocía, sobre todo a ella; esa niña de cabello azul como Brunhilde y ojos negros como Siegfried.

El tercero llego poco después, el sonido de un golpe, mis ojos abriéndose para encontrarse aquella tenebrosa puerta; el sentimiento de angustia que se arraigaba en mi piel, mi respiración tan pesada como el acero y mi vista observando a esa niña de nuevo junto a Yaemiko. Este recuerdo era de esa vez, cuando caí, el día donde me encontré en el lugar después de la muerte.

Tome una daga de plata con unos diez centímetros de largo y cuatro de ancho, guardada en un estuche de cuero que evitaba enseñarla. Luego las tome a ellas para empezar a avanzar a pesar de su negativa a entrar por esa puerta, las palabras que salieron de mi boca en ese momento fueron tan temerarias a la vez que estúpidas.

Izuku(recuerdo): No temas, mientras yo este aquí nada pasara ¿vale, A̶r̶a̶n̶a̶?

Ella asintió, siguiéndome a esa estúpida decisión que amenazaría nuestras vidas. Los pasos que dimos en ese instante tras atravesar la puerta nos hizo encontrar con nuestro primer rival, alguien tan capaz de matar que nos hacía sentir las garras de la muerte; en ese instante me di cuenta de mi idiotez, aunque ya siendo tarde para huir de ahí; la prueba contra el juez del inframundo Rhadamanthys había empezado. Tome mi cuchillo para lanzarme contra él, usando la pared para impulsarme y saltar a su altura; aunque rápidamente mi ataque fue desviado a un lado en un mero movimiento que me mando contra el suelo, ella también se lanzo en su contra, tomando el arco que llevaba y disparando desde donde estaba. Nuevamente se repitió lo que sucedio conmigo, la flecha no impacto en el quien se movió esquivándola.

Así paso el tiempo, hasta que caímos al suelo completamente derrotados. Mis brazos hechos polvo al soportar tan solo un golpe del juez, su mano había sido destrozadas para que evitara lanzar tan solo una flecha más en su contra y ahora yo me encontraba de pie, el cuchillo en mi boca; la sangre cayendo de mi cuerpo, el sentimiento de querer salir corriendo para no salir herido de ahí pero aun así me mantuve en guardia, queriendo protegerla mi cuerpo apenas aguantaba de pie; preparándome para todos los horrores que podría pasar al terminar este enfrentamiento.

Rhadamanthys: Ultimas palabras mocoso.

Izuku (Recuerdo): Eso debería ser mi pregunta.

Rhadamanthys: Que confianza en tus palabras, acaso encontraste alguna forma de salir.

Izuku(Recuerdo): ¿Te gusta apostar?

A̶r̶a̶n̶a̶: ¿Qué haces? Nunca se apuesta con un dios del inframundo, fue la segunda regla de mamá

Izuku(Recuerdo): Pues romperla es la única forma de salir de aquí- Mirando al Juez- Si logramos atravesar el infierno para salir de aquí no nos perseguirás pero si quedamos atrapados harás lo que te plazca con nosotros.

Rhadamanthys: Aceptare el trato, solo porque me interesa ver como termina todo tras tu osadía y confianza; he de advertirte que aquellos como tu suelen llevarse un buen golpe cuando caen de su nube.

Danza de Hierro y Fuego: El regreso al RagnarokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora