Capítulo 35: Limbo primer movimiento.

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Cada golpe recibido había sido una lección hasta ahora, desde el primero donde se partió la costilla tras un golpe de su hermanastro hasta la apuñalada por la espalda de quien era su figura materna. Todas y cada una de ellas era una lección con la que aprendió, ya sea el peligro de la fuerza bruta o el peligro de bajar la guardia ante esas personas que eran cercanas. Ahora, sintiendo su cuerpo retorcerse ante el dolor sus manos sangrando a borbotones durante las últimas ¿setenta y dos horas? o eran más? Ni el mismo lo sabía; sus piernas ya no las sentía al estar colgando de aquellas cadenas que traspasaban la palma de sus manos y sus pies.

Su torso estaba destrozado, lleno de hematomas por el exterior; sus costillas destrozadas en el interior en conjunto de sus órganos que luchaban por no fallar. Sus ojos caídos la miraban, aquella mujer que vio como su figura materna durante toda su vida; aquella quien le enseño a tomar una espada y le sonrió durante todos esos años donde se quebró cada hueso en su cuerpo, rasgo cada musculo a la par que se levantaba para ir más allá.

 No podía hablar, ya de por si le costaba respirar y hacía tiempo que paro de gritar; Brunhilde lo sabía por eso había saltado aquel día de tortura, lo necesitaba vivo al final de todo; esa era la única razón por la que no había tomado la vida del chico o había tenido un combate a muerte contra él para acabar con su sufrimiento. 

-Sabes que no me gusta hacer esto ¿verdad? -Tomando asiento frente a él - Te crie tal cual como a mis hijos biológicos; te di un techo, comida y te enseñe gran parte de lo que se, a pesar de eso te pedí solo una cosa; a la cual te negaste rotundamente.

El tosió sangre al intentar abrir su boca, jadeando ante el dolor y retorciéndose por este mismo, no hubo respuesta; solo una leve mirada sombría sin ninguna muestra de afecto positivo hacía ella. La helada mirada de la primera valquiria fue su respuesta ante la de quien alguna vez llamo hijo, esos ojos esmeraldas de ambas partes que en algún momento expresaron cariño y orgullo el uno por el otro ahora estaban cargados de ese mal sabor de boca que había dejado la daga de plata. 


Hace ocho años en los prados de las valquirias, tres niños corrían de arriba hacía abajo en los prados; sus cabellos se largos se mecían con el viento de la zona a la par que, buscaban capturar al mayor de ellos; un joven de cabello gris era quien huía de los dos pequeños de cabello azul y verde respectivamente. Corría entre los arboles en un intento de marearlos, lo cual según él; estaba funcionando tras haber perdido al peliverde, lo que no se espero fue ser tomado por el costado causando su perdida del equilibrio y caída donde fue tomado por el peliverde.

-Te hemos ganado Sieg, las traes tú ahora.

Él trataría de tocarlo en el hombro, un rápido contacto que demostraba el pase en aquel juego; lo que no se espero aquel niño de tan solo cinco años fue ser tomado de la camisa y estampado contra un árbol. La sangre no tardo en caer por su cabeza, justo en la parte trasera bajando por aquel árbol lentamente.

-Las traes tú ahora... héroe entre héroes -Siseando de manera despectiva lo último -.

-¡Eso es trampa, deberías esperar al menos tres minutos para darnos tiempo de correr!

-¿De qué serviría hermanita? Si a él lo tomaría en menos de tres segundos.

-¡Eso es mentira! - Intentando soltarse del agarre - Tardarías más de un minuto.

-Da igual si es un segundo o un minuto, simplemente eres tú demasiado débil como para poder si quiera escapar.

-De hecho el tiempo si es importante, si ves la segunda batalla del Ragnarok bajo el relato del señor Adam veras que... - Volviendo a ser estampado contra el árbol -.

Danza de Hierro y Fuego: El regreso al RagnarokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora