La noche ya había caído cuando el barco atracó en Arendelle con gran disimulo; nadie les recibió, solo el silencio y la oscuridad iluminada por unas tenues antorchas. Hans posó uno de sus pies en la tierra del fiordo de manera amenazante, los demás, por el contrario se dedicaron a admirar el lugar.
—¡Qué sitio más bonito! —comentó Stella.
—Tu madre y yo vinimos una vez cuando eras solamente un bebé.
—¿Ah, sí? —le preguntó la chica a su padre, el cual asintió.
—Vale, hay algo que aún no me ha quedado claro —James lanzó una pregunta al aire cuya respuesta parecía incomodar a la mayoría de los presentes—. ¿Qué hacemos aquí, a esta hora y por qué motivo?
—Ellos simplemente me quisieron acompañar, yo sí tengo motivos para estar aquí. —respondió Hans sin apartar la vista del castillo. Seguramente todo el mundo en el reino ya estaría durmiendo, a excepción de los guardias.
—Entiendo, ¿y ese motivo es...? —volvió a preguntar el chico.
—Ese motivo, James... —Hans apartó la vista del castillo y la dirigió completamente hacia el muchacho—. Es por lo que estás aquí.
Todos quedaron en absoluto silencio, en especial James, que continuaba sin comprender nada.
—Me ayudarás a entrar al castillo una vez yo te lo ordene, encajas bastante con el aspecto que tienen algunos guardias ahí dentro. Posees un gran talento para colarte donde te plazca; serás tú quien me abra el portón una vez haya llegado el momento. —explicó el pelirrojo muy convencido, aunque James parecía no mostrarse tan optimista.
—Eh... ¿Colarme en el castillo de Arendelle? —preguntó incrédulo y arqueando una ceja—. Hans, no sé si seré capaz, y tampoco creo que sea del todo correcto...
—He dicho que esa será tu función. —el príncipe había adquirido una actitud diferente desde que visualizó Arendelle desde el horizonte, cierto era que antes ya tenía algo de ese carácter a causa de lo acontecido en la isla de Dragnor, pero ahora parecía haber aumentado considerablemente; su mirada estaba fija la mayor parte del tiempo en el palacio y su voz parecía querer responder lo más rápido posible a cualquier cuestión.
—¿Y nosotros qué haremos mientras tanto? —preguntó Stella, esperando poder ayudar.
—Será mejor que os alejéis a las afueras del reino, a no ser que queráis sufrir quemaduras. —respondió él, alertando negativamente a la joven.
—No pretenderás hacer una locura...
Hans indic a James que le siguiera, y al padre de Stella que buscaran un lugar en el que pasar la noche por su cuenta mientras dirigía una última mirada a la chica antes de que el grupo se dividiera.
—Me encantan las locuras.
James y Hans no tardaron en colarse en un sencillo establo, parecía muy pequeño y no se veían más de cuatro caballos echando un vistazo rápido; era un sitio tranquilo para dormir.
—¿Y cuándo piensas hacer esa locura, Hans? —preguntó James mientras echaba un vistazo al lugar y se aseguraba de encontrar un espacio medianamente cómodo.
—Mañana por la mañana, te contaré el plan al despertar. —dijo Hans sentándose en un rincón, en aquel instante solo quería dormir y que volviera a salir el sol.
—Muy bien, secretismo hasta entonces —el moreno se dejó caer de espaldas en su rincón, una caída amortiguada y maloliente—. Oh, mierda...
—¿Ocurre algo? —preguntó el príncipe a la vez que intentaba buscar a su compañero con los ojos.
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Frozen: El príncipe de fuego.
FanfictionEl príncipe de las Islas del Sur se encuentra en una cueva a la que llegó por casualidad, una cueva que parece "mágica". Descubre lo que ocurrió justamente después de la coronación de la Reina Elsa.