Capítulo 35: Maldita maldición.

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Elsa caminaba con paso y firme y discreto a través de la espesura del bosque que habitaba el fiordo, seguida por su hermana Anna, la cual aún ignoraba las intenciones de la contraria.

—Elsa, ¿adónde vamos? —preguntó Anna, sin dejar de mirar al cielo con cierto temor.

—Tenemos que obtener respuestas, y creo saber el lugar correcto al que debemos acudir.

La actitud de la reina era muy diferente a la de su hermana, pues ella parecía mucho más concentrada en el objetivo y no tan inquieta por la imponente bestia que en aquellos momentos se encontraba libremente por todo Arendelle.

—¿No crees que sea peligroso el haber salido del castillo helado?

—Dragnor no atacará este lugar, puedes estar tranquila.

—¿Y quién te dice que no? —se quejó Anna, a veces le sorprendía la que solía mostrar su hermana.

—¿Estás asustada? –Elsa cesó su marcha y se giró Anna con media sonrisa—. ¿Qué fue de esa chica que se marchó a la montaña en plena noche?

Anna, sin embargo, se limitó a mirar a la rubia con inquietud, sin tornar el notable miedo que había en su rostro.

—Sí, estoy asustada. Estoy asustada por estar rodeada de un poder que desconozco, mientras otra persona me dice que todo saldrá bien sin estar segura de ello, y en este momento me da igual quien intente tranquilizarme.

Elsa terminó borrando suavemente esa sonrisa y volvió la cabeza a la vez que reanudaba los pasos; no era la intención de Anna, pero le fue imposible no vincular el problema actual con su pasado a causa de sus palabras, mucho menos cuando estaba a punto de revivirlo todo; aún así respondió a su hermana.

—Entonces ya somos dos...

Anna pareció darse cuenta de su metedura de pata y decidió volver al tema que estaban tratando hace unos momentos.

—¿Pero adónde vamos?

—Kristoff me ha dicho que ya estuviste allí con él —esta vez la mirada de Elsa se fijó en un camino algo más amplio y con menos árboles, por lo que se caminaba mejor—. Vamos a hacerle una visita a los trolls.

Anna pareció recordar todo en un instante, abriendo la boca a la vez que alzaba las cejas en señal de sorpresa.

—Oh, entiendo. ¿Y cómo sabes que ellos tienen respuesta a tus preguntas?

Elsa se giró hacia su hermana, sin dejar de caminar, parecía que la reina iba a tropezar con su vestido por andar hacia atrás.

—Porque los he visto hacerlo antes.

Al poco tiempo las dos hermanas llegaron al lugar en cuestión, fácilmente reconocible para Anna, pues de las dos, era la que había acudido allí recientemente.

Elsa observó fijamente una roca situada a lo lejos, entre muchas otras, jamás olvidaría que aquella roca fue la que se dirigió a ella años atrás, guardando la misma posición generación tras generación.

—Soy la reina Elsa, y vengo en busca de respuestas.

En ese momento, un montón de ojos surgieron de entre las rocas, las cuales empezaron a rodar hacia ellas. Anna tuvo que levantar varias veces los pies para evitar que colisionaran con ella.

—Es la reina. —se oía decir entre los trolls.

La roca en la que Elsa aún seguía clavando la vista se dirigió hacia ellos con mayor rapidez que el resto, y según lo hacía, los demás le fueron abrieron el paso.

Frozen: El príncipe de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora