Asuntos De La Realeza

Capítulo 27

Irene no dijo nada y Dani pensó que no iba a añadir nada más cuando de pronto, la reina abrió la boca para hablar.
-No lo sé -dijo entre sollozos.
Dani no sabía cómo actuar y lo primero que hizo fue abrazar a su mejor amiga.
-Todo se va a solucionar -añadió el joven.
-No, me he repetido mil veces esa misma frase, pero no hay nada que yo pueda hacer.
-Puedes cambiar las leyes.
-No puedo hacer eso, si no, habría cientos de asesinos sueltos en el reino -dijo la chica con desesperación.
Dani asintió y ninguno de los dos añadió nada más. Se formó un eterno silencio que no era incómodo, pero tampoco era agradable.

Helena estaba sufriendo, sabía que Irene no estaba bien y todo era por su culpa. Si no hubiera pasado nada de eso, ahora todos estarían en paz. Tenía que hacer algo para acabar con esa situación de una vez por todas. Pero no tenía ninguna idea. Tampoco estaba su hermana en casa, eso le extrañó bastante. Pero no debía preocuparse, Clara ya sabía cuidar de sí misma. Un rato después de la mediodía, se oyó un ruido metálico y la puerta de la casa se abrió. Clara había llegado.
-Hola -saludó la recién llegada.
-Buenas -dijo Helena.
-He estado toda la mañana en el palacio.
-¿Y qué hacías allí?
-Dani me llamó para ver si las heridas habían empeorado -mintió la joven- , por suerte, no ha pasado nada. Después Emma me dijo que podía comer allí, y allí me quedé. Eso es todo.
Helena sonrió y se fue a su habitación a recapacitar todo. Estaba cansada pero debía pensar, tenía que arreglar ese problema. Entonces, tuvo una idea. No era la mejor pero debía hacer algo.

Clara le acababa de decir a su hermana que se iba de nuevo al palacio. Tenía ganas de volver. Había hecho unos amigos geniales, Dani era muy gracioso y divertido. Emma era muy amable y aunque no mostraba demasiado sus sentimientos, también era divertida. No había tenido muchas ocasiones de hablar con la reina Irene, últimamente siempre estaba con Helena. Clara sabía que entre ellas dos había una conexión especial. Pero aquellos últimos días se encontraban más distantes y Clara no había descubierto el motivo. Clara llegó al palacio y un guardia que había visto varias veces le abrió la puerta.
-Hola, vengo a ver a Emma -explicó la joven.
-Lo siento, no puedes entrar. No se les pueden hacer visitas a los funcionarios -respondió Eduardo.
Clara no sabía que hacer y de pronto, apareció otra persona al lado de Eduardo. Era Emma.
-Eduardo, déjale pasar -dijo la detective.
-Lo siento, no puede.
-Ha venido para investigar quién es el asesino. ¿Verdad?
Clara asintió, nerviosa.
Eduardo también estaba nervioso. Una vez que terminara con todas sus víctimas, tendría que huir. Solamente deseaba que no le descubrieran antes.
Clara entró en el palacio y Eduardo se despidió.

-Hola -saludó Emma.
-Buenas, he venido a pasar el rato. Y si podemos, para investigar el estado de mi hermana y la reina.
-Sí.
-No se me ocurre qué podemos hacer para descubrirlo.
-¿Y si preguntamos a mi hermano?
-Sí, quizá él sepa algo.
Las dos jóvenes se dirigieron a la habitación de Dani pero no estaba allí.
-¿Dónde estará? -preguntó Clara.
-Creo que ya sé dónde está -respondió Emma- . Y no hay que ser un detective para saberlo.
Emma comenzó a andar y Clara le siguió. Al poco rato, llegaron al gran salón y allí encontraron a Dani merendando.
-Hola -saludó el chico con la boca llena.
-Hola -saludó Clara- , queríamos preguntarte si...
A la chica no le dio tiempo de terminar la frase porque de repente, el timbre del palacio sonó.
Emma fue hacia allí y Clara se quedó hablando con Dani. A la detective no le gustaba Eduardo, le daba la sensación de que no hacía bien su trabajo. Por suerte, no estaba allí y fue Emma quien se encargó de abrir la puerta. Al otro lado, se encontró a Helena llorando.
-¿Puedo hablar contigo a solas? -preguntó la frutera entre sollozos.
Emma asintió con la cabeza y las dos fueron a una habitación.
-¿Qué te pasa? -le preguntó la detective a Helena.
-Tengo que confesar algo -respondió Helena- ,yo fui quien mató al mercader.