Capítulo 3

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Irene estaba agotada, después de la noche que había tenido y de todo lo que había descubierto, no sabía si iba a dormir. Ella sabía que le iba a costar enseñarle modales a ese chico pero era lo único que podía hacer. Ese día tenía planeado un horario muy aburrido, debía juntarse con un par de funcionarios y ayudarles a hacer cuentas de la cosecha que habían trabajado los agricultores. Pero ella se levantó temprano para hacer una de las cosas que más le gustaba hacer.

Irene se puso ropa muy cómoda y salió del palacio sin que nadie se diera cuenta, pero antes se llevó encima de su hombro a su loro Pitxi. Al salir se dirigió al establo del reino, cogió un casco y se montó encima de un caballo marrón.
-Hola River -saludó al caballo.
River era el nombre del caballo, que en inglés significa río. Se lo pusieron porque siempre que escuchaba el sonido del río que cruzaba el reino se ponía a relinchar felizmente.

La joven salió del establo montada encima de River y con Pitxi todavía sobre su hombro. Cabalgó despacio y nadie se dio cuenta de que era la reina la que montaba a caballo. Cruzó todas las casas que parecían un pequeño y viejo pueblo y llegó al bosque, su segundo hogar. A Irene le encantaba pasear montada en River por el bosque y aprovechaba esos momentos que eran los únicos en los que tenía intimidad. Por el bosque cruzaba un ancho y tranquilo río y River estaba contento y entusiasmado. Irene siguió cabalgando y paró un instante para descansar. Bajó del caballo y dejó que su loro Pitxi volara en libertad, eran los únicos momentos en los que Pitxi podía volar. El paseo no duró mucho y la reina volvió al palacio.

Al llegar, se cambió de ropa rápidamente y se juntó con los dos funcionarios que le esperaban. Estuvieron haciendo cuentas un buen rato y cuando por fin terminaron, Irene se fue a comer.

Después de la mañana que había tenido, había acumulado mucho hambre, por lo tanto, termino de comer muy rápido.

La chica bajó al sótano esperando encontrar a Dani, y por suerte, allí estaba.
-Buenas tardes -saludó el chico.
-Buenas tardes -respondió Irene sonriente.
-¿Qué se supone que me tienes que enseñar?
-¿Qué se supone que sabes hacer?
No obtuvo respuesta y ella le dio un papel con una lista de cosas escrita.
-¿Sabes que es esto? -preguntó Irene.
-No -contestó Dani- , no sé leer.
Irene suspiró para sus adentros.
-Vale pues eso será lo primero que aprendas, te enseñaré a leer.
Y así, la reina le llevó una libreta con la que estuvieron estudiando todo el día. Al caer la noche, Dani ya tenía un aprendizaje básico, y aunque no leía ni escribía con soltura hacía todo lo que podía.
-Bien -dijo Irene tendiéndole el papel que le había ofrecido al comienzo de la clase- , ¿me puedes decir ahora qué es esto?
-Es una lista de maneras de las que me tengo que comportar -dijo lentamente- . ¡Yo no necesito esto!
-No digas eso jovencito.
-No me llames así, somos de la misma edad.
-Cierto -respondió Irene riendo- , pero te lo tendrás que aprender quieras o no.
Dani puso mala cara pero aceptó. La chica iba a salir del sótano cuando Dani le dijo:
-Ha sido un placer que me de clase, su majestad.
Irene sonrió y salió del sótano. No había sido tan malo darle clase después de todo.

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