-¡¿Cómo?! -chilló Emma.
-Sí, pensé que había sido el asesino de mi madre y...
-¿Tu madre?
Helena vio que la detective estaba muy confundida y decidió explicarle todo lo sucedido. Emma cada vez estaba más impactada.
-¿Y esto sólo lo sé yo? -preguntó Emma.
-No, lo sabe también Irene. Se lo conté y hemos estado pensando cosas para arreglarlo pero no se nos ha ocurrido nada. Yo sé que Irene está sufriendo mucho, por lo tanto, me entrego y podéis hacer lo que queráis conmigo.
-Vale, tengo que hablar con unos cuantos funcionarios. Gracias por contarlo todo.
-Confío en que harás lo justo, como siempre lo haces -dijo la frutera- , muchas gracias por todo.
-De nada, cuenta conmigo para lo que sea.
A continuación, ambas se despidieron y Helena fue a buscar a Irene.Le encontró en una sala, estaba hablando con un chico de su edad que le suplicaba algo.
-Hola -saludó la reina.
-Buenas, ¿te he pillado en mal momento?
-No, solo le estoy dejando las cosas claras a este muchacho.
-Déjeme ser su esposo, su majestad -dijo de pronto el chico- , le cuidaré y le amaré eternamente y tendremos muchos hijos.
-¡Que no! -gritó Irene- No me interesas. Ya te rechacé cuando vinieron todos los jóvenes del reino. Márchate o tendrás graves problemas.
El muchacho se puso nervioso y huyó corriendo del palacio.
-¿Estás bien? -preguntó Irene al ver la cara de Helena.
-Tengo que comentarte algo -dijo- , me he entregado.
-¡¿Qué?!
-Sí, se lo he contado todo a Emma y le he dicho que haga conmigo lo que vea justo.
-Pero las consecuencias de lo que has hecho...
-Ya lo sé, pero quiero que sea lo que tenga que ser. Maté a alguien inocente y tengo que asumir las consecuencias.
Hubo un breve silencio.
-¿Qué es esta sala? -preguntó la frutera cambiando de tema.
-Es la sala del trono, cuando un aldeano quiere hablar conmigo, debe ser aquí.
-Sé en lo que estás pensando -dijo entonces Helena- . Estaré bien en las mazmorras.
Irene se sentó en el trono y se le escapó una lágrima.
-Te quiero -dijo la reina.
Helena se acercó al trono y acercó su cabeza a la de Irene. Entonces se acercó un poco más y las dos jóvenes se fundieron en un corto pero apasionado beso.
-Yo también te quiero -respondió Helena.
Y las chicas volvieron a besarse demostrando el amor que sentían la una hacia la otra.Emma fue al gran salón, donde se encontraban Clara y Dani.
-Hola -saludaron los jóvenes al unísono.
-Debo contaros algo y quiero que me ayudéis -dijo la recién llegada.
Dani sabía a qué se refería, temía cómo reaccionaría Clara. Emma les contó todo lo que había pasado y Clara terminó con lágrimas en los ojos.
-¿Y qué vais a hacer con mi hermana? -balbuceó Clara casi en un susurro.
-No lo sé -respondió Emma.
-Sabéis que lo justo es llevarla a las mazmorras -comentó el chico.
Emma y Clara asintieron.
-Vamos a comunicárselo a Helena -dijo la detective.
Y así salieron del gran salón.Los tres jóvenes encontraron a Helena y a Irene en la sala del trono. Y cuando entraron, vieron como las chicas compartían un beso. Emma sintió que su corazón se rompía en pedazos y sintió el brazo de su hermano rodeando su espalda. Helena e Irene enseguida se dieron cuenta de los recién llegados y dejaron lo que estaban haciendo. Avanzaron hacia ellos e Irene preguntó:
-¿Qué hacéis aquí?
-Hemos venido a comunicaros el castigo de Helena -dijo Dani.
Irene agachó la cabeza.
-Hemos decidido que lo mejor es que Helena vaya a las mazmorras -dijo la detective.
-Es lo justo -dijo Helena sonriendo con amargura.
-Debes ir ya -comunicó Emma.
Y todos los amigos fueron en dirección a las mazmorras.Una vez a las puertas, todos se despidieron.
-Es la reina quien debe cerrar la puerta de la mazmorra -dijo Emma.
Todos asintieron. Emma y Dani fueron los primeros en marcharse. A continuación, Clara le dio un fuerte abrazo a su hermana y se marchó. Por último, Irene le dio otro largo y apasionado beso. No dijeron nada más, sus miradas lo decían todo. Irene sacó una de sus llaves y Helena se metió dentro de la mazmorra. La reina cerró con llave y compartieron una última mirada llena de dolor.Pasaron unos días e Irene se sentía sola, aunque estuviera con sus amigos. Hacía días que no le apetecía comer y había una idea que le daba vueltas en la cabeza. Siguieron pasando los días y la reina se encontraba cada vez peor. Se pasaba las noches en vela, derramando lágrimas repletas de dolor y soledad. Todo era diferente y sentía que nada tenía sentido si Helena no estaba a su lado. Un día, decidió llevar a cabo esa idea y llamó a Dani y Emma a su habitación.
Dani no sabía para qué iba a la habitación de Irene, últimamente había estado muy mal y decidió acudir cuanto antes. Al entrar se encontró a Irene y a su hermana.
-Hola, ¿qué pasa? -preguntó el joven.
Emma tenía la misma duda. A los hermanos, les dejó helados lo que Irene dijo a continuación:
-Dimito.
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Asuntos De La Realeza
Novela JuvenilUna reina de 17 años a cargo de un gran reino. Tendrá que elegir entre opciones que harán el bien o harán el mal. Y todo cambia y se llena de problemas y misterios por resolver cuando un asesino que tienen preso en su palacio llega a su vida. Descub...